Boda de sangre en Gaziantep

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

23 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La repercusión en los medios no ha sido tan grande como la de los atentados de París, Niza o Bruselas, pero no hay mucha diferencia de escala entre aquellos y este asesinato de más de cincuenta personas, veintinueve de las cuales eran menores de catorce años. El atentado suicida que ha tenido lugar hace unos días en Gaziantep, localidad kurda del sur de Turquía, hizo estallar por el aire la felicidad de un nuevo matrimonio y 24 horas después pudo haber tenido una repetición en la ciudad iraquí de Kirkuk, si no fuera porque las fuerzas de seguridad kurdas detuvieron a un adolescente con explosivos antes de suicidarse.

Las investigaciones preliminares parecen indicar que el responsable fue Daesh, ya que el artefacto explosivo era similar al de los atentados cometidos en Ankara y Suruç. En los tres casos, la mayoría de las víctimas eran kurdos, simpatizantes o miembros del partido prokurdo HDP, opositores al partido de Erdogan y miembros de oenegés. En plena caza de brujas contra todos los opositores ideológicos de cualquier signo, a Erdogan le ha faltado tiempo para vincular este atentado, supuestamente de Daesh, con los ataques que unas violentas ramas escindidas del PKK han cometido contra algunas comisarías turcas y, además, con el supuesto golpe de Estado fallido de Gülen.

Resulta cuando menos complicado ver qué tienen en común un grupo independentista kurdo comunista y laico con un grupo islamista radical y una cofradía también islamista, salvo que amenazan la transición hacia el sultanato autoritario de Erdogan. Y es que este atentado no iba dirigido contra Erdogan sino contra los kurdos, quienes día tras día van ganando terreno a Daesh. Veremos si Erdogan persigue a los culpables o, por el contrario, los ampara y en su lugar vuelve a atacar a los kurdos, como lleva haciendo desde hace años.