«Ecotopía»: ¿lo mejor del siglo XX?

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

20 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

E n un libro publicado hace ya más de cuarenta años (reeditado recientemente en castellano: Ecotopía, La Linterna Sorda, 2013) Ernest Callenbach imaginó la secesión de una parte de la costa oeste del resto de Estados Unidos como origen de una sociedad alternativa. Aunque una veintena de editores rechazaron su manuscrito, y después de su inicial autoedición, en 1979 se habían vendido más de ciento treinta mil ejemplares.

Tiene interés (ahora que los monaguillos neoliberales descalifican todo lo que no está en su catecismo como radical o antisistema) repasar cuáles de los objetivos de Ecotopía siguen esperando pasar de la ficción a la realidad ? y cuáles ya lo han hecho.

Entre los asuntos que siguen esperando está la reducción a la mitad de la jornada laboral para lograr pleno empleo. También un sistema fiscal centrado en impuestos sobre sociedades (beneficios, ventas o ingresos) con gestión local de los gastos, con servicios públicos de acceso universal y renta mínima garantizada.

La división de las grandes ciudades en comunidades con autonomía, el abandono de las áreas congestionadas y el diseño de nuevas ciudades-medianas en torno a enlaces ferroviarios. El declive del automóvil a cambio de la movilidad ferroviaria o tranviaria. La sustitución de las fibras sintéticas y del plástico por otras orgánicas o reutilizadas.

La obligación de sustitución de cortas forestales por repoblaciones o la ausencia de contaminación de los alimentos por herbicidas, insecticidas y otros. Cierres de centrales nucleares o grandes hidráulicas y el primar la generación cerca del consumo.

Limitación de la obsolescencia programada y potenciación del mantenimiento. Limitación drástica de bebidas gaseosas azucaradas; legalización del cannabis y freno al consumo de fármacos tranquilizantes, estimulantes o somníferos.

Cierre precautorio de líneas de investigación con riesgos desconocidos (genética, biología, nuclear?). Limitar el uso de la electrónica en una enseñanza más vinculada a las potencialidades locales y a necesidades básicas (ejemplo: producir, recolectar y cocinar alimentos).

Entre las propuestas ecotópicas que, al menos en parte, han progresado en los últimos cuarenta años, destacaría las prácticas del reciclaje y la reutilización de envases y materiales o el uso creciente de energía solar, eólica, geotérmica o maremotriz. La conversión de desechos alimenticios y aguas residuales en fertilizantes orgánicos, o la ganadería extensiva como alternativa a los cebaderos de engorde acelerado.

También el que el transporte colectivo se financie por impuestos generales (bono bus para jubilados) o la existencia de parques públicos de bicicletas para uso social. Sin olvidar la estabilización y reducción del crecimiento demográfico o el derecho a una muerte digna en el propio domicilio.

Si se me pidiera concretar el núcleo argumental de Ecotopía diría que es su insistencia en el cálculo colectivo a una escala temporal de medio plazo, y el no transferir a la posteridad -o al prójimo- los costes de las decisiones privadas, para así restringir el despilfarro actual de nuestras sociedades en beneficio de la supervivencia de las generaciones venideras.

Hay mucho más en Ecotopía sobre cambios personales y sociales. Y es así como el imaginado San Francisco ecotópico de E. Callenbach nos sitúa en las antípodas del Baltimore real y distópico de D. Simon (The Wire). Una ficción histórica que bien podría recomendarse en nuestros centros educativos para motivar el debate y el análisis.