Clavileño anuncia terceras elecciones

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

27 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Para librar a las doncellas de un encantamiento que les hace crecer unas espesas barbas, Don Quijote y Sancho suben a lomos de Clavileño a surcar los cielos. Clavileño «el alígero» es un caballo que, como todos los caballos y más los de madera, no puede volar. Y las doncellas, en realidad, forman parte de una burla pergeñada por unos duques ociosos y jaraneros (y, por qué no decirlo, mentecatos). Se cumplen cuatrocientos años del óbito del maestro Cervantes y a Clavileño lo han puesto de moda algunos políticos que, como los duques de la segunda parte del Quijote, se burlan de usted. O sea, de todos. Cómo la política española ha llegado hasta aquí, me pregunto. No tengo respuesta.

Con todo lo que conocemos a día de hoy, lo mejor que nos puede pasar es que lleguen las terceras elecciones. Lo digo sobre datos empíricos y contrastados, sin elucubración de ningún género. Lo digo desdiciéndome, pues afirmé por activa y por pasiva el mismo día de las elecciones que el presidente sería Mariano Rajoy, y que gobernaría el Partido Popular, y que las urnas y el sentido común era lo que habían dictado. Me equivoqué. El sentido común no existe en España. Porque si existiera, nos gobernaría una mayoría absoluta en base a acuerdos y pactos. La formarían PP, PSOE y Ciudadanos. Conoceríamos la etapa de mayor prosperidad de la democracia y alejaríamos los fantasmas del rencor y de la intolerancia. Me equivoqué, repito. En España priman los intereses particulares sobre los generales. Y el partidismo está por encima del bien común. Me da pena esta España. Por no decir, disculpen el exceso, que me produce una cierta repugnancia vital y moral. Aversión y aborrecimiento.

Si el PSOE sigue parapetado en su no a Rajoy, es imposible todo Gobierno. Y si el PSOE decide armar la «Armada Invencible» de un pacto con Podemos y los nacionalistas, tampoco lo habrá. Porque una cosa es investir un presidente y otra muy distinta gobernar una nación. ¿Cómo gobernar España con los que no quieren pertenecer a España? ¿Cómo gobernar un sistema con aquellos que quieren instaurar un «nuevo régimen» para fracturar el sistema?

Similar razonamiento me sirve para la posibilidad de que nos gobierne el PP con 137 diputados (138 con Coalición Canaria) y la abstención de Ciudadanos. Porque con este PSOE posicionado en la confrontación permanente y la más cerril intolerancia no es factible gobernar con mínimas garantías. Por lo tanto, qué es mejor: sin duda, las terceras elecciones. Y las cuartas. O quintas. Y así hasta que se vislumbre una mayoría absoluta entre las sumas de PP y Ciudadanos o las sumas de PSOE y Podemos; todo lo demás es cabalgar a lomos de Clavileño, o sea, instalados en el engaño, la burla y el capricho de los que miman su propio interés y no el interés de la ciudadanía. Es un disparate. Cómo la política española ha llegado hasta aquí, vuelvo a preguntarme. Sigo sin tener respuesta.