Favoritismos y favoritos

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

09 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La Eurocopa de fútbol ha parecido por momentos más un mercado de amaños que una competición deportiva. Algunos títulos periodísticos nos ponen sobre la pista. Un diario dice que a Francia le ha quitado el favoritismo Joachim Löw. Es este el seleccionador alemán, más conocido fuera de ese ambiente por los vídeos en los que aparece hurgando una cuarta al sur de la cintura y olisqueando lo hurgado. «Francia-Islandia, favoritismo frente a ilusión», leemos en otro periódico. Y en otro más le atribuyen a Cesc Fábregas esta declaración: «No me creo el favoritismo que nos da Conte».

En los tres casos, los autores de los textos pretenden decir que algún equipo goza de la condición de favorito para ganar un partido o la competición. Pero no es eso lo que se dice. Porque favoritismo es la preferencia dada al favor sobre el mérito o la equidad. Muchos políticos podrán relacionar con su actividad la definición de favoritismo del María Moliner: «Régimen de favor o de preferencias injustas, particularmente en el reparto de cargos o puestos en una organización, en el gobierno o en la administración pública». Usaba con propiedad el término Pedro Salinas en una de sus muchas cartas a Jorge Guillén, en la que tiraba con bala: «Todo el mundo me dice que aquello es un régimen de favoritismo y capricho, presidido por Alberti, que tiene una editorial filial de Losada, mientras se las echa de comunista». 

Las selecciones a las que sobre el papel hemos privado del favoritismo pudieron gozar en distintos momentos de la competición de la condición de favoritas, es decir, tuvieron, en opinión de unos y otros, la mayor probabilidad de ganar la Eurocopa. La que la consiga habrá sido la favorida de la fortuna, por emplear una forma de favorecida que usaba el ingenioso hidalgo: «... y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos fue decirles que cuando entrasen en alguna casa dijesen: “Paz sea en esta casa”».

No fueron favorecidos por la naturaleza con una inteligencia media, ni por sus padres o los responsables públicos con una educación aceptable, quienes escribieron que «El Almagro es favorito a priori» y que «Competiremos aunque el Barça sea el favorito a priori», afirmaciones atribuidas a sendos profesionales del deporte que se ganan la vida con los pies. Favorito a priori es un pleonasmo, porque todo el que es favorito a algo lo es antes de que se produzca el hecho. A posteriori no hay favoritos. 

Aunque, puestos a causar daños, el mayor mérito es del autor de este título de un diario andaluz, donde la colocación de una coma consuma la catástrofe: «El Sevilla, claro favorito, a priori frente al Sporting, que sólo ganó cuatro veces en Nervión».