Realidad estadística y realidad imaginada

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

03 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando faltaban 24 días para las elecciones de junio, el ciudadano Mariano Rajoy Brey tenía razones suficientes para acercarse a su Compostela natal, pasar por el Pórtico de la Gloria, hacer el rito del peregrino y darle un abrazo al Apóstol: «Gracias, Santiago, porque me estás dando la suerte del campeón». La suerte del campeón para un gobernante es que el último dato de empleo previo a las urnas permite hablar del «mejor mes de mayo de la historia», eslogan que entusiasma a los ministros; que ese dato deja a España por debajo de los cuatro millones de parados, número feliz que no se conseguía desde el penúltimo mes de agosto de Zapatero en el Gobierno; y que, para redondear el panorama de dichas, dos socialistas de renombre, Chaves y Griñán, sustituyen a Granados, Cotino, Bárcenas, la Gürtel, la Púnica y a muy ilustres militantes del PP en la crónica del latrocinio nacional. Que todo eso ocurra el mismo día, y a tres semanas de las elecciones, indica que la Divina Providencia no abandonó del todo al Partido Popular. Le quitó votos en diciembre, pero hay síntomas de que se está arrepintiendo. En política, también la Divina Providencia se puede arrepentir.

Sin embargo, quiso el mismo destino caprichoso que, al tiempo que la Moncloa se volvía todo sonrisas y gestos de felicidad, la música que más se escucha sonaba de otra forma en los altavoces de izquierda. Cualquier ciudadano que haya puesto La Sexta o la Cuatro cualquier mañana de estas a mediodía, se habrá encontrado con discursos que hablaban de un país en ruina. Habrá visto que el partido más innovador es Podemos, que no dice cómo resolverá el problema de la deuda, pero protagoniza un documental sobre el arte de la política, que parece la gran innovación de la cosa pública? Se acaba de desatar una sugestiva batalla entre la realidad oficial y la realidad de los sectores que todavía no han tocado poder. Y los estudios de opinión lanzan un veredicto provisional: llega más al pueblo el sonido de la necesidad de revisarlo todo que el sonido que propone progresar a base de conservar lo conocido. Aunque esté muy lejos de ganar el día 26, la coalición Unidos Podemos contagia más entusiasmo por el cambio que los agentes de la llamada vieja política, sea la del PSOE o la del Partido Popular.

Esa va a ser, por tanto, la batalla final por los votos: un combate entre la realidad estadística y la realidad imaginativa. Si la estadística no ofrece los resultados necesarios para la continuidad política, ahí tienen el señor Rajoy y el PP un serio motivo de reflexión, ahora que aún están a tiempo: consiguen buenos datos como administradores, pero no logran superar el desencanto. Ni siquiera con la suerte del campeón.