Mientras los millonarios juegan al fútbol en Italia para Europa pagados por los españoles, en Madrid la feria del libro se protege del diluvio como puede, y parece que los elementos se hubieran aliado con el balón contra la cultura. Que el Macbeth de Shakespeare traducido por Luis Alberto de Cuenca que publica Reino de Cordelia haya recibido esta semana el premio al libro mejor editados de 2015, es algo que no interesa a nadie y bien lo sabe el Ministerio de Cultura, que en los últimos años ni siquiera se digna a entregarlo. El premio ahora es casi clandestino y desde luego sin dotación económica. Y, aunque ustedes no lo crean, el éxito deportivo español es preocupante, porque en esta competición lo que prima es el dinero y que ganemos indica que de eso hemos empleado mucho. Con el que gastan los clubes españoles en el fútbol, los países europeos invierten en investigación o en bibliotecas, y se resignan a que el fútbol sea solo un juego. Pero la realidad es que aquí -Barcelona también- se quema por las noches la ciudad al ritmo del tam tam, y los leones rugen a lo lejos. Vivimos días de guerra sin amor o de vino sin rosas. Aunque la feria del libro de Madrid se pueble de gallegos, y los castellanos de Castilla esta vez los traten bien.