Un periódico para un país

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

13 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las últimas oleadas del estudio General de Medios (EGM) sitúan a La Voz de Galicia como el cuarto periódico con más lectores en España. Tiene además una progresión espectacular, porque era el séptimo en el 2008 y ahora solo lo separan 45.000 lectores para alcanzar la tercera posición. Solo dos cabeceras de ámbito estatal, El País y El Mundo, están por delante de un periódico que tiene como área de difusión fundamental un territorio de menos de 2,8 millones de habitantes, muy por detrás de las comunidades autónomas más pobladas.

Con este condicionante del enorme diferencial en el tamaño de los lectores potenciales, solo se puede llegar a alcanzar ese puesto en el ránking estatal si se consigue alcanzar una cuota de participación extraordinariamente elevada en tu propio ámbito de influencia. Y ese es el caso de La Voz, que se ha convertido en el periódico de un país. No es una tarea fácil, que tiene su explicación fundamental en la capacidad del periódico de combinar la información más próxima a la ciudadanía con la del conjunto de Galicia y la del Estado, por lo que, además de competir con los de tirada estatal, también lo hace con los que tienen un ámbito local.

El éxito del modelo de negocio está en una estructura que se adapta a la realidad de nuestro país, con una amplia red de delegaciones que son capaces de producir cada día 13 ediciones en Galicia, un caso tal vez único en el conjunto de la prensa española. No hay periodismo sin periodistas y, por eso, hay que destacar un dato que es poco conocido pero de enorme relevancia: en La Voz trabajan más redactores que en los dos que encabezan el EGM. Ellos son los que hacen posible el éxito del periódico.

Esta estructura empresarial pegada al territorio, con potentes delegaciones que cubren el país, no sería entendible si la propiedad estuviera en manos de una multinacional de medios de comunicación con domicilio en Milán o de un fondo de inversiones con sede fiscal en Luxemburgo. La considerarían demasiado pesada, cara y poco rentable.

Si este modelo sigue existiendo es porque se trata de una empresa gallega, de propiedad familiar, con la tercera generación al frente del negocio, vinculada con la historia del país y que como tal tiene criterios de gestión y de responsabilidad que van más allá de la simple cuenta de resultados.

Si se mira alrededor, hay otras empresas similares en Galicia. No muchas, pero sí algunas. Empresas que se resistieron a ser compradas por grupos multinacionales, que hicieron de su lugar de emplazamiento una ventaja y no un inconveniente, capaces de crecer y hacerse grandes sin irse fuera.

Aun en la era de la globalización, las empresas tienen patria y son las que tienen aquí su centro de decisión -y, por lo tanto, donde concentran tanto el conocimiento como la generación de valor- las piezas fundamentales en la construcción del país. En especial si lo que producen es la información que nos ayuda a entender lo que nos pasa y por qué nos pasa.