El caso Soria sigue abierto

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

18 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que su nombre salió en los papeles de Panamá, José Manuel Soria ha ido tirando del manual del pillado, que consta de tres fases: 1.º Todo es falso; 2.º Todo es falso salvo algunas cosas; 3.º No he cometido ninguna ilegalidad. En su caso, encadenó una ristra de falsedades propia de un mentiroso compulsivo, desmentidas una tras otra por documentos oficiales. Solo le faltó decir que en realidad no se apellidaba Soria, sino Teruel. Las evidencias eran tan claras que tuvo que terminar renunciando a su cargo de ministro, para el que nunca debió ser nombrado. Incluso mintió en el comunicado en el que anunciaba su marcha, ya que dijo que sus actividades empresariales cesaron en 1995, cuando está acreditado que era administrador de una sociedad en el paraíso fiscal de Jersey en el 2002, cuando ostentaba la alcaldía de Las Palmas. Su disculpa es que no lo recordaba. A todos nos pasa, nos olvidamos de que tenemos compañías en las Bahamas y en Jersey. La última tomadura de pelo de Soria y del Gobierno ha sido decir que su marcha se debe a meros errores de comunicación en asuntos personales. No, se debe a sus mentiras y al hecho de tener una sociedad en un paraíso fiscal cuando era cargo público. Además, el PP presenta su dimisión como un gesto que le honra, un ejemplo a seguir. ¿Ejemplo de qué? El colmo. Para más escarnio, Rajoy pretende zanjar el asunto sin dar explicaciones. Esto no tiene nada que ver con estar o no en funciones, sino con el mínimo de transparencia que cabe exigir en una democracia. Aquí no vale su dontancredismo habitual. Los ciudadanos tienen derecho a saber qué opina de que su fiel amigo tuviera una sociedad en un paraíso fiscal y si, además de mentiroso, es un evasor. Dar la callada por respuesta solo produce más indignación.