Nosotras

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa FARRAPOS DE GAITA

OPINIÓN

12 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Primero fue la cantinela de ellos y ellas. Luego mandaron decir la niñez en lugar del gastado niños y niñas. Y ahora los que dictan las normas de lo políticamente correcto ordenan autodenominarse nosotras, aunque los abajo firmantes formen un aguerrido equipo de rugbi masculino.

Y es que se empieza con la letanía de todos y todas y se acaba afirmando, como un político de cuyo nombre no logro acordarme, que «todos y todas somos culpables de la violencia machista». ¿Todas?

La corrección política conduce a estas aberraciones porque gasta toda su energía en salvar las apariencias con un discurso muy posmoderno, pero que no ataja los problemas reales del machismo.

El delirio puede llegar a extremos realmente creativos. Lo contaba aquí mismo Javier Guitián al recordar que la prestigiosa revista Progress in Human Geography había publicado un estudio sobre la glaciología feminista, una nueva aproximación a los glaciares que permite lograr «una interacción hielo-humanos más equitativa». Todo un hallazgo.

En los países civilizados te pueden llamar falócrata y heteropatriarcal por sostener que hablar por duplicado -nosotros y nosotras- es un ejercicio estéril, pero esas mismas voces rara vez se levantan para denunciar el brutal sometimiento de la mujer en los territorios del islamismo radical. Hasta hemos oído el estridente silencio de ciertos intelectuales que ignoran el burka por considerarlo parte de sus usos y costumbres o que pasaron de puntillas ante los graves sucesos de fin de año en Colonia.

Y mientras nos entretenemos en discutir si el hombre genérico tiene que sustituirse por nosotras, la humanidad o incluso por una retahíla del tipo heterosexuales, gais, lesbianas, bisexuales y transexuales, la barbarie asesina, el acoso sexual, la discriminación laboral y salarial, el dominio de los machos alfa y los techos de acero y cristal siguen ahí.