El rumbo del PSOE

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

04 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Se está alejando el PSOE de su propia historia, como sostienen algunos veteranos socialistas? No debiera ser así, pero es cierto que se registra una evolución en alguna medida desencaminada o desnortada, quizá porque se han desvanecido algunos principios pilares. Es seguro que el PSOE de Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos o Julián Besteiro no coquetearía ni buscaría pactos con los independentistas ni se sumaría a cualquier protesta con el único requisito de que fuese contra la derecha o los no laicos. Ignoro a qué obedecen los extraños vaivenes actuales de Sánchez. Sabemos que quiere llegar al Gobierno como sea y que está dispuesto a pactar no se sabe qué con se ignora quiénes o cuántos, con el consiguiente riesgo de desconcertar a los suyos y desmovilizarlos. 

Sería bueno que, en medio de tan espesa niebla, se atisbase en el PSOE la clara determinación de que el puzle no le impedirá a Ulises Sánchez regresar a Ítaca. El juego es peligroso porque, en medio de tan procelosos mares, el líder puede perder el norte, la identidad y el Gobierno. Y entonces el PSOE podría salir debilitado o mermado de esta singladura. No es bueno, pues, que su único horizonte sea la conquista del poder. En realidad, debería suceder lo contrario y su llegada al poder debería ser la consecuencia natural de un programa público, inteligible y con muy amplio respaldo. El exalcalde socialista coruñés Paco Vázquez lo dijo un día con ironía y extrema claridad: «En política hay poco que inventar. Lo que hay que hacer es fijarse en quienes lo hacen bien y en cómo lo hacen ¡y a copiar!». 

Pero en España parece que nos da vértigo mirar hacia fuera y preferimos vigilar al contendiente y dedicarnos a copiar sus errores. Es lo que en sociología se llama «la ceguera voluntaria»,  que, como bien escribió Margaret Hefferman, explica las más insensatas reacciones humanas. ¿Qué va a suceder entre nosotros? Espero que nuestras cegueras voluntarias (en este caso, cegueras claramente interesadas) duren lo justo y agoten su carburante antes de que vayamos a depositar nuestro voto. También por el bien del PSOE, pero, sobre todo, por el bien de España, que últimamente habla extrañas jerigonzas políticas.