Los principios sí importan. Algo que los dirigentes del Partido Popular han olvidado en los últimos años, una realidad que le está pasando factura a su formación política en las urnas (la pérdida de votos no solo se debe a los casos de corrupción y a la dureza de los ajustes económicos acometidos, a pesar de lo que piensen Rajoy y compañía). Se han deslizado hacia un descarnado y burdo pragmatismo al servicio del puro poder, traicionando sus esencias más básicas. El último ejemplo: la ley relativa a los vientres de alquiler de la Comunidad de Madrid.
No me lo podía creer -y todavía no salgo de mi asombro- cuando me enteré de que Cristina Cifuentes había dado orden de apoyar esta propuesta de Ciudadanos, en contra de lo que hicieron los populares hace escasos meses en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento Europeo ante la misma cuestión debatida. ¿No es este un caso extremo de banalización de la política? ¿Así quieren reconquistar la confianza de los españoles? La propuesta no se aprobó por la valentía de tres diputados que, miren ustedes, parece que van a ser sancionados por su indisciplina. Inaudito. ¿Dónde queda la libertad de conciencia? La política debe sustentarse en principios y valores, y no en charlatanería, veleidades e incluso falsedades. Tratar de ver la paja en el ojo ajeno (Pedro Sánchez, Albert Rivera), sin ver la viga en el propio conduce al abismo.