Con v de vitalidad y de vanguardia

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

29 feb 2016 . Actualizado a las 14:53 h.

«Qué bien os lleváis, ¿verdad?». Cuando, hace meses, una señora más o menos de mi edad me soltó a bocajarro, y sin mediar palabra previa, esa pregunta-afirmación mientras los dos esperábamos para ser atendidos en una sucursal de Abanca de Santiago, no dudé ni por un segundo a qué se estaba refiriendo mi compañera de fatigas (en realidad, poca fatiga, pues el personal de mi oficina es excelente): a las relaciones existentes fuera de cámara entre quienes de lunes a jueves debatimos sobre la actualidad política, económica, social y cultural en el magnífico programa de V TV que dirige y presenta Fernanda Tabarés.

No, ni por un segundo lo dudé debido a dos motivos diferentes: porque la respuesta social (los finos le dicen el feedback) hacia Vía V que se percibe por la calle (sea cual sea el lugar de Galicia donde esa calle se sitúe) es realmente impresionante; y porque, en efecto, Vía V se define también, aunque no solo, porque el buen ambiente que se muestra ante la cámara -incluso cuando la discusión llega a ser dura en el terreno de la confrontación de las ideas- responde a unas relaciones personales marcadas por el respeto, y aun el afecto, entre las varias decenas de invitados que participamos en las tertulias desde que esa apasionante aventura comenzó hoy hace ¡mil programas y seis años!

Pero el éxito de Vía V no reside solo en que, a base de ser un programa muy plural de debate, sin gritos, sin follón y sin insultos, haya convertido un formato que en un principio podría parecer más tradicional -hablar, explicar y argumentar con rigor y, siempre que procede, con sano sentido del humor- en un formato que es en España ahora de vanguardia, pues de vanguardia resulta hoy en nuestro país el rigor y la buena educación. No, ese éxito, que ha hecho de Vía V el indiscutible referente del debate televisivo gallego, sería imposible sin la extraordinaria dedicación y calidad del gran equipo humano que trabaja (¡y cómo trabaja!) tras las cámaras, cuya juventud le ha comunicado al programa una vitalidad de la que de otro modo carecería sin ningún genero de dudas. Sobre el papel esencial de Fernanda Tabarés solo diré que lo destacan todos cuantos a diario me paran por la calle para hablarme del espacio del que ella es el corazón: cualquier otro elogio molestaría a Fernanda y la llevaría a citarme de inmediato una famosa escena de Pulp Fiction, con cuyo recuerdo los dos nos hemos reído muchas veces.

Vía V, programa tan joven y ya tan veterano, no podría existir, en todo caso, como no existiría el periódico que le dio vida hace seis años, sin el insustituible papel de un editor, Santiago Rey, que, compartiendo la célebre idea de Camus («La prensa puede ser buena o mala, pero, sin libertad, siempre será mala»), ha asumido en toda su radicalidad y su extensión el principio de que la información plural es la raíz en que se ancla la planta de la verdadera libertad en una sociedad pluralista y democrática.