Aguirre, la gran titiritera

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

15 feb 2016 . Actualizado a las 10:16 h.

Cuando se desinfló el monumental montaje de los titiriteros, la corrupción del PP aún estaba allí. Tras la contraproducente sobreactuación de Rajoy, diciendo que ya no iba a pasar ninguna, con lo que daba a entender que hasta ahora ha hecho la vista gorda, llegó el blindaje de su amiga Rita Barberá. La responsabilidad política de la exalcaldesa en el saqueo de Valencia es indiscutible. Salvo para Rajoy. Como la de Esperanza Aguirre en el de Madrid, que por fin asumió ayer parcialmente dimitiendo como presidenta del PP regional. Tenía que haberlo hecho mucho antes. Eso sí, no se va del todo, deja el cargo en el que le quedaban escasos meses y se queda como portavoz popular en el Ayuntamiento. Es como si acabara de darse cuenta de que en su partido han funcionado durante mucho tiempo y bajo su mandato dos extensas tramas corruptas, Gürtel y Púnica, encabezadas por sus directos colaboradores, y de que, como todo indica, su formación lleva años financiándose en B. ¿Dónde estaba, adónde miraba, esta política que ha ejercido el control absoluto del poder, tan incisiva cuando se trata de atacar a sus adversarios? ¿Por qué no se fue cuando pillaron a su fiel Granados? Ha elegido el momento oportuno para poner en evidencia a Rajoy. Ahora dimite esta gran titiritera, en la acepción de artista que practica ejercicios de acrobacia y equilibrismo, porque hay que serlo y mucho para justificarse, siempre rodeada de corruptos, argumentando con desparpajo que no se enteró de nada. Como reputada titiritera de la política que es, ha utilizado su metafórica cachiporra para propinar un mandoble a un Rajoy en horas bajas. Su mensaje es claro: ¿Si ella dimite, no debería hacerlo también el máximo responsable del PP? Es el momento de los sacrificios, afirma astuta.