El tiempo es oro

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

10 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La buena gestión del tiempo es uno de los valores más apreciados en la sociedad actual. Organizamos las agendas para disfrutar, incluso, del dolce far niente. Si en la vida cotidiana es así, qué decir de las consecuencias que puede tener que nuestros gobernantes, o aspirantes, utilicen y midan bien algo que va más allá del tiempo, entendido como una dimensión. Hablo de los tiempos. Y ya me entienden.

Sánchez e Iglesias pertenecen a la misma generación. Coinciden en rasgos sutiles que les inclinan a rozar, rondar o meterse de hoz y coz en la política socialista. Uno, porque sus iniciales son las del PS y otro, porque su coincidencia onomástica con el fundador parece predestinarlo. Son gracietas que nos llevan a una sonrisa que compense los enojos por un comportamiento casi pueril, de dirigentes preocupados por los gestos y el «y tú más» antes que por la realidad que les toca administrar. Dan ganas de darles unas collejas y decirles «venga, al tajo, que el tiempo es poco y la mies es mucha...». Es perentorio que tiren de inteligencia y empatía para construir un proyecto a prueba de las inmensas presiones a que se verán sometidos, no vaya a ser que se cumpla la máxima necedad del sordo que no quiere ver lo que el ciego no quiere oír.

Aún hay tiempo para la esperanza, pero deben reaccionar con la agilidad, altura y capacidad que exige su reto: dar a España un Gobierno que sea la alternativa posible para volver a tener cosecha en el desierto que nos deja la política ultraconservadora de la última legislatura. Han de sentarse para negociar lo posible, lo verdaderamente urgente. Nada debe contaminar el diálogo: ni Puigdemont en su burbuja, ni que el PP amenace con bloquear el Senado, porque eso no impedirá la recuperación de los derechos arrebatados y la dignidad de un país sometido a cuarentena social. Una vez recuperado lo imprescindible, ya se abordará lo imposible y la política alcanzará la altura que los demás interlocutores quieran darle. Entonces será la hora de hablar de España; ahora es el tiempo del pueblo, de la ciudadanía. Pablo, Pedro, tienen el deber moral de pactar una agenda social de ejecución inmediata, con la derogación de leyes oprobiosas para la educación, la sanidad, el trabajo, la justicia, la libertad de expresión, la dignidad salarial y contra la impunidad de los bancos para lucrarse con los desahucios... Pero también con la aprobación de otras que blinden derechos irrenunciables que en estos cuatro años hemos visto saltar por los aires. Queden la arrogancia de Iglesias y la exquisitez de Sánchez para otros menesteres, estamos en tiempo de harina y agua: ahora existe una oportunidad real. En una nueva convocatoria electoral inmediata, no sabemos si la habrá. Quedará sobre sus hombros la responsabilidad de habernos dilapidado el mayor tesoro que la vida nos da: tiempo para vivirla.