Casi a la misma hora que el domingo pasado Raúl Castro aterrizaba en París, lo hacía yo en A Coruña procedente también de La Habana. Me había llevado hasta la Perla del Caribe un congreso, donde más de 700 participantes de diversas partes del mundo reflexionamos sobre el desarrollo sostenible, la paz mundial y la dignidad humana. A destacar las conferencias de Frei Betto y José Mujica, de enjundia. Importante también que, por expresa invitación del comité organizador, participara en el evento una delegación de la Iglesia católica, encabezada por el cardenal Jaime Ortega, que prueba el excelente momento que viven las relaciones Iglesia-Estado en ese país.
Hacía unos años ya de mi anterior viaje a Cuba. Pude apreciar notables cambios Es un proceso de transformación y mejora que hay que apoyar, a todos los niveles. Sorprende la miopía de las autoridades españolas. Teniendo el viento a favor, sin embargo parece que serán los franceses los que se lleven el gato al agua. Sería imperdonable. Cuba es un actor de primer orden en la escena internacional, como han entendido Obama y el papa Francisco.
El anuncio, a tan solo cinco días del inicio de su viaje oficial a México, de que el próximo día 12 el papa Francisco y el patriarca ortodoxo Kirill de Moscú y de toda Rusia se encontrarán en el aeropuerto de La Habana, así lo evidencia. Un encuentro histórico, que marcará un antes y un después en las relaciones ecuménicas entre ambas iglesias y que contribuirá a la paz mundial. Francisco no deja de sorprendernos con nuevas razones para la ilusión y la esperanza.