Arabia Saudí, el reino de nunca jamás

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

05 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha  sido necesaria la ejecución de cuarenta y siete personas, entre ellas la de un prominente clérigo chií, el jeque Nimr al Nimr, para que Occidente haya reaccionado ante la barbarie de su tradicional aliado en la península Arábiga. Un feudo absolutista donde una casta clerical privilegiada, los clérigos wahabíes, mantiene subyugada a la población en una cárcel de oro gracias a la alianza firmada en el siglo XVIII con los Ibn Saud. Es una reliquia de un pasado en donde la vida de la población se desarrollaba entre campamentos nómadas y caravanas de camellos y que se ha mantenido en vigor hasta hoy a base de aplicar una férrea visión del islam y utilizar el ejercicio indiscriminado de la fuerza.

Arabia Saudí es una aberración de Estado que viola sistemáticamente todos los derechos humanos, que consiente el matrimonio de ancianos con niñas, que mira hacia otro lado cuando los ricos se casan por un día con niñas sirias cuyas familias las venden para poder comer y después arrojan a estas víctimas a la calle, que permite que los señores violen a sus criadas filipinas y después las encarcela por inmorales, que mete en prisión y azota hasta la muerte a los jóvenes por opinar libremente en un blog, etcétera.

Arabia Saudí es el país de nunca jamás a la libertad, los derechos humanos y la igualdad, el mismo que financió a los Hermanos Musulmanes en Egipto y en otras naciones, a los muyahidines afganos, a Bin Laden, a los terroristas de Al Qaida y al Estado Islámico. Es el país que está luchando en Yemen contra la minoría chií de los hutíes que se rebeló contra el presidente suní Al Hadi y el que envió a sus fuerzas armadas para sofocar las protestas pacíficas de los chiíes en Baréin. El país en el que la tensión sucesoria y sus ansias de liderazgo mundial del islam pueden causar más enfrentamientos sangrientos en una zona sumida en una guerra casi total.