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María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

04 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Las baronías socialistas parecen apostar por una repetición de las elecciones antes de intentar formar una alternativa de izquierdas al PP sin explicar por qué renuncian a agotar antes todas las posibilidades. Solo cuando hubieran recorrido ese camino y a su final se confirmara un fracaso, sería el momento de llegar a una conclusión que ahora, por precipitada, denota interés particular e indiferencia por el bien común. Tal vez esta previsión se quede en un pronóstico fallido, porque los mismos dirigentes que se escandalizan ante una negociación entre el PSOE, Podemos y demás grupos de izquierda, son aliados en Extremadura, Castilla-La Mancha o Valencia y lo habrían sido, de muy buena gana, en Andalucía... Son los mismos que, tras las elecciones de mayo en ayuntamientos y autonomías, favorecieron pactos -con quienes ahora ven con rabos y cuernos- para que el PSOE volviera a gobernar o para que no lo hiciera el PP. Ha pasado solo medio año y queda un regusto a revancha personal que ensucia el escenario político. Si se impide, incluso, el intento de sentarse a negociar, será porque se quiere evitar cualquier resultado que desaloje al PP de la Moncloa. Tendrán que dar explicaciones por ello en el próximo congreso socialista, y, sobre todo, tras las futuribles elecciones repetidas en las que el castigo se hará notar.

El argumento principal, la famosa línea roja del referendo catalán, está prácticamente desactivado a medida que el proceso independentista pierde fuelle con la crisis creada por Artur Mas, sus amigos de Junts pel sí y ERC, al imponer la absurda condición de que sea el único presidente posible. Se hace creíble la hipótesis de una trama para que el antes convergente se incinere y Junqueras pueda erigirse como alternativa en unas nuevas elecciones catalanas.

En todo caso, es evidente que la secesión de Cataluña está lo suficientemente descafeinada como para evitar que se sienten a una mesa los representantes electos de una gran mayoría de ciudadanos españoles que no quieren otro gobierno de derechas.

Si la izquierda -y en ella tienen la responsabilidad mayor los socialistas porque han tenido más votos- es incapaz de negociar un plan de mínimos para sacar a España de la pobreza y frenar la caída libre en la que está instalada, estaremos ante una trampa propia de una partida de póker que no estaban dispuestos a jugar hasta sus últimas consecuencias. Ya ha pasado el tiempo de enseñar músculo, dentro y fuera de las organizaciones, y es urgente que sus señorías se pongan a trabajar para tomar las riendas de este pobre país y de su ciudadanía, desconcertada y necesitada.

De lo contrario, que se preparen para un castigo ejemplar por ponerle alfombra roja a las políticas neoliberales que la derecha gestiona como nadie y consentir la venta de este país a los mercaderes, la desaparición de las clases medias y la consolidación de la brecha de la desigualdad que nos aleja de los países desarrollados.