Justicias poéticas

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

16 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Es complicado casar el esplendor de la antigua Roma con el trilero contemporáneo disfrazado de centurión que intentaba timar al turista en la entrada del Coliseo. Incluso desde el punto de vista estético exige un esfuerzo. Sin embargo, no es complicado pensar en que aquellos patricios seguramente guardaban algún parecido físico con ese señor de pelo blanco y estampa de senador llamado Claudio Ranieri. Aunque Ranieri es solo entrenador de fútbol. Ni más ni menos. Jugó como defensa y desde el banquillo no se ha dedicado a dar precisamente lecciones de la escuela holandesa. Ha dado sus tumbos, con victorias y derrotas. Pero también es cierto que el técnico nunca se ha señalado como el emperador de los estadios, como el número uno, como el top one de todas las ligas.

Sucede que Ranieri dirige un equipo al que el destino deparaba solo la agonía del sufrimiento y la satisfacción de la pelea por sobrevivir en la Premier League. El Leicester. La BBC recuerda en el inicio de la competición que las encuestas le daban unas probabilidades de ganar el título de 5.000 a 1. Sin embargo, son líderes y acaban de dejar al Chelsea de Mourinho a un solo punto del descenso. El portugués, un experto en meter dedos propios en ojos ajenos, también se había burlado del preparador italiano.

La vida no siempre tiene ese sentido de justicia poética que a veces asoma tras el saque de un córner. Tampoco en las urnas. Aquellos que no votan no pueden quejarse de que un Leicester de la política los pilla por sorpresa. Ni patalear porque estaban hartos de más de un Mourinho. Ni lamentar que el Arsenal no tenga el palmarés que merece. Decía Cicerón que la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.