Talibanes y yihadistas

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

12 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy una alumna me ha hecho una de esas preguntas difíciles, por inteligentes a la vez que simples. ¿Qué diferencia hay entre un talibán y un yihadista? Mi primer impulso fue contestar que no existe ninguna; al fin y al cabo, ambos son sanguinarios asesinos, ambos interpretan el Corán y la sharia de manera sesgada, y ambos quieren imponerlos a todo el mundo por cualquier medio.

Y es que el yihadismo como fenómeno terrorista internacional y los talibanes tienen su origen en la guerra de Afganistán, esa que convirtió a este pobre país entre montañas en el último gran escenario bélico de la guerra fría que enfrentó a Estados Unidos y a la antigua URSS. Allí fue donde se dirigieron los voluntarios de todo el ámbito musulmán, financiados por Arabia Saudí y entrenados por los servicios de inteligencia norteamericanos, para expulsar a los infieles comunistas.

Y fue a su regreso cuando los veteranos se percataron de que su lucha no había mejorado en nada las condiciones de los musulmanes, especialmente de los árabes y magrebíes. Fue al ver su tierra santa, Arabia Saudí, mancillada por las botas norteamericanas apostadas para recuperar Kuwait de manos de Sadam Huseín cuando personajes como Bin Laden y otros decidieron utilizar el terrorismo como medio para recuperar la gloria y esplendor del islam.

Por ello podemos afirmar, dado que la conexión existe, que las diferencias son de matiz. El radio de acción de los talibanes se circunscribe fundamentalmente a Afganistán y Pakistán, mientras que los yihadistas -ya fuera antes Al Qaida o ahora el Estado Islámico- tienen una vocación más universal. Pero ambos luchan contra Occidente y nuestra perversión moral. Por eso las constantes detenciones de yihadistas en España y nuestra decidida lucha contra el terrorismo que sesgó tantas vidas en Madrid en el 2004 han convertido a nuestro país en un objetivo principal. Ahora han atacado en el entorno de la embajada española en Kabul, nuestra representación inmoral en tierra musulmana. Un nuevo capítulo de una guerra que tanto quisimos evitar.