Cataluña: dame más gasolina

María Xosé Porteiro
María Xosé Porteiro HABITACIÓN PROPIA

OPINIÓN

08 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El sector radical del bloque soberanista catalán ha elegido la tormenta perfecta para la desconexión inmediata de España, en plena campaña electoral, optando por el apremio y la tensión y aparcando sus contradicciones ideológicas. Tienen claro que es en este momento cuando el pulso al nacionalismo español tendrá la respuesta más feroz porque en ello va la supervivencia de otro partido en el Gobierno, tan corrupto y agotado como el catalán. Ambos nacionalismos encuentran en estas aguas turbias ganancias para su morral. Alguien busca héroes para construir el relato épico de una independencia que en el siglo XXI debería conseguirse sin rencores irreconciliables y otro alguien pone sobre el escenario la parafernalia necesaria para que el espectáculo no genere indiferencia. Mendigar la presidencia de la Generalitat, más que molt honorable es una huida hacia adelante con el señuelo de una independencia que pueda perdonar a sus oligarcas la podredumbre de décadas de corrupción por el robo continuado del 3 % de la riqueza de su población. Mas, soberbio cual Odiseo en busca de su Ítaca particular, busca refugio en la orilla de un independentismo que guardaba en la retaguardia, por si acaso. Quemadas las naves convergentes y rota la alianza con Unió, deviene en caudillo republicano capaz de emocionar a Junqueras y driblar a una perpleja CUP que comprobará cómo su protagonismo es un simple sueño con final de pesadilla. 

Los dos extremos de la cuerda se unen en un mismo fin al desviar la atención sobre la escatología de sus cuadros y la corrupción como signo de identidad común porque, en el otro lado, el PP se ha pasado por el forro un Estatut asumible para Cataluña usando al Constitucional como coartada para hacer españolismo desde los tribunales. Un peligroso bumerán, después de cuatro años de indolencia de un presidente parapetado tras el plasma informativo que dejan noqueado al país en la peor situación posible. Ha sido la legislatura del no gobierno. Se ha llevado al pueblo a un proceso involucionista en retirada social y económica. Pero aún pretenden crear la ilusión óptica de que un presidente indolente está al frente de la nave. Una vez más utilizan las instituciones para sacar pecho de españolismo rancio y, torpemente, dar pábulo al delirante escapismo convergente convertido en una sopa de letras: tótum revolútum. El TC, con una agilidad sin precedentes -con récord incluido y demostrando que su habitual artrosis solo es desidia- viene de anular, por unanimidad, la resolución independentista del Parlament. Para más comodidad, son los poseedores del mazo tras la reforma del artículo 92 de la ley que los ampara, impulsada por el ejecutivo español a última hora para poder lavarse las manos a lo Pilatos. Hubo un tiempo en que el lema era «¡más madera!». Ya no les parece suficiente. Ambos bandos se han pasado al reguetón: «Dame más gasolina».