¿Cobraremos la jubilación?

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

26 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Los españoles -y los gallegos, en mayor medida- son tremendamente pesimistas sobre el futuro del sistema público de pensiones. Siete de cada diez creen que, al alcanzar la edad de retiro establecida, no cobrarán la jubilación. Y todavía son más los que, ante la hipótesis de que el sistema logre eludir la bancarrota, auguran pensiones insuficientes para cubrir las necesidades elementales del jubilado. Ese es el tétrico panorama que describe una encuesta del Instituto Aviva. ¿Pero qué dicen al respecto los últimos datos de la Seguridad Social, relativos a los diez primeros meses de este año, y su comparación con los del mismo período del 2014? ¿Hay razones para la desconfianza?

Sí las hay. Los ingresos por cotizaciones sociales crecieron un 1,2 % y el gasto en pensiones contributivas se incrementó un 3,4 %. Dicho en términos absolutos, se recaudaron 992 millones de euros más que el año pasado, pero se gastaron 2.783 millones más. Otro apunte: los ingresos por cuotas en enero-octubre del año pasado superaban el gasto en pensiones del nivel contributivo. Este año ya no: el saldo entre cotizaciones y desembolsos ha pasado a ser negativo. Como resultado, hay que echar mano, cada vez en mayor cuantía, de los impuestos y de la ya agónica hucha de las pensiones para cubrir la brecha creciente. El sistema, con el diseño actual, camina hacia la quiebra.

Y ahora, la de cal, para levantarnos el ánimo. Los datos también indican que el déficit de financiación del sistema reside no tanto en el incremento del gasto (inevitable) como en la penuria (corregible) de los ingresos. Ya sabemos que cada vez hay más jubilados, más longevos y con pensiones medias más elevadas. Conocemos también las causas, que los expertos adosados al Gobierno nos recuerdan constantemente: el envejecimiento demográfico, el aumento de la esperanza de vida o las bases de cotización más altas. Todo eso, junto a la raquítica revalorización aprobada, incrementó el gasto en pensiones un 3,4 %, como queda dicho. El problema estriba en que los ingresos crecen menos. El número de afiliados a la Seguridad Social aumentó un 3,2 % en el período, apenas dos décimas por debajo del gasto, pero los ingresos por cotizaciones solo un 1,2 %. Una muestra palpable del empleo de ínfima calidad -trabajo por horas, sueldos irrisorios, baja productividad- que estamos generando. Si los 530.000 nuevos afiliados aportasen como los de «antes», las cotizaciones financiarían a día de hoy todas las pensiones contributivas. Lo que prueba que la viabilidad del sistema, en su configuración actual, es incompatible con el modelo laboral que se está implantando.

Pero también hay vida fuera del sistema vigente, porque ni la Biblia ni el Corán preceptúan que las pensiones deben abonarlas los trabajadores en activo. Esta cuestión bien merece una próxima reflexión, de la que anticipo su clave de bóveda: ¿qué parte de la riqueza nacional estamos dispuestos a compartir con quienes la crearon cuando disponían de fuerzas para ello?