Un amigo los define así: «Son los nuevos evangelistas». La definición es simpática, pero no exacta. No difunden el Evangelio. Pero sí es cierto que tienen millones de seguidores. Ya les gustaría a muchos aspirantes a la fama tener los fans que tienen los youtubers. En Internet, el vértigo es la velocidad media. Parece que fue ayer. Y es que fue ayer. YouTube nació en el 2005. Y solo un año después la plataforma de vídeos en streaming más popular del mundo era comprada por Google por 1.300 millones de dólares. Pues ahora hay una nueva profesión. Chavales con ingenio, gracia, descaro o directamente morro que cuelgan sus vídeos y arrasan en la Red. Algunos son españoles y no falta el gallego. Los hay que ponen imágenes graciosas con comentarios que hacen ellos mismos, en modo monólogo del Club de la comedia, para entendernos. Y los hay que van narrando cómo pasan los niveles de los miles de videojuegos que hay. El Rubius es del estilo más Club de la comedia. Y Vegeta o Willy Rex son de los que arrasan con sus partidas «retransmitidas» por You Tube. Todos coinciden que sus fans les dicen que no es tanto lo que cuenta o hacen, sino su manera de contarlo. El gallego es Wixmichu y, como muchos youtubers, ya va de gira y llena teatros. Para la chavalada son sus nuevos héroes. Ahora hay niños que ya no quieren ser Cristiano Ronaldo ni Messi, críos que sueñan con ser youtubers como Vegeta777 (el nombre está tomado de un personado de Dragon Ball Z). Adaptarse o desaparecer.