Españoles en la cuneta

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

27 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Señor presidente:

Comprendo que al final de una legislatura, momento en que se abre la veda para la caza del voto, todos los Gobiernos del mundo mundial opten por sacar las fanfarrias a la calle y pregonar los éxitos cosechados. Pero reconózcame, señor Rajoy, que, a la hora de glosar el balance de su mandato, le ha patinado la lengua: «España ha superado la crisis sin que nadie se quedase al borde del camino». Si la primera parte de la frase admite discusión, la segunda equivale a un despropósito. Se está usted mofando, señor presidente, seguro que sin intención, de las víctimas que la crisis ha dejado despanzurradas en la vía.

Esto de las metáforas tiene el peligro de su falta de concreción. ¿A qué se refiere usted con «quedarse al borde del camino»? ¿Al muerto, al herido que el 061 ha rescatado del arcén o al que agoniza, sin que hasta ahora haya llegado la ambulancia, en la cuneta? Convendría precisarlo, para establecer las diversas categorías de damnificados y comprobar, hecho el oportuno recuento, si ya no queda nadie «al borde del camino».

Transijamos en excluir del cómputo a los trabajadores de sueldos menguantes o aquellos que, después de transitar por el paro, lograron encontrar trabajo a cuentagotas y por un salario de miseria. En vez de un automóvil decente ocupan un utilitario destartalado, pero siguen renqueando. ¿Pero dónde situamos a los 1,6 millones de familias que tienen a todos sus miembros en paro o a los 721.900 hogares donde no entra ni sueldo, ni pensión, ni subsidio? Si no están en la cuneta, no me imagino dónde están. Quizá en el limbo. Y no alegue que usted solo vigila la carretera desde el año 2011, porque desde esa fecha aumentó en 91.000 el número de hogares sin ningún ingreso y en 147.700 el número de familias con todos sus integrantes en paro. Había muchos y hay bastantes más cuatro años después.

¿Dónde se encuentran los ocupantes de los 107.600 empleos destruidos desde que usted llegó a la Moncloa? En la cuneta del paro no, me replicará, porque el desempleo se redujo en 127.500 personas. Cierto. Búsquelos entonces entre la carne de cañón de la emigración y entre los desanimados. Porque la cosa es como es: entre el 2011 y el 2015 desaparecieron 530.400 trabajadores asalariados, hemorragia no compensada ni de lejos por el cacareado autoempleo, y el volumen de trabajo semanal disminuyó en España en 18,1 millones de horas. ¿Y, aun así, no queda nadie al borde del camino? ¿Tampoco los miles de familias desahuciadas que perdieron su vivienda? Tampoco: estas están reubicadas en casa del pariente, el centro de acogida o debajo del puente.

Le aconsejo, señor presidente, que elija mejor sus metáforas. La del túnel, tan grata a su ministro Montoro, tenía menos riesgo. Permitía sugerir que ya se empieza a vislumbrar la luz de salida. Siempre que obviase, claro está, el hecho cierto de que muchos afortunados nunca lo atravesaron y otros, por el contrario, yacen enterrados en su interior. Respetuosamente, señor presidente.