Alepo: ¿el objetivo de Rusia en Siria?

Mario Cuesta TRIBUNA

OPINIÓN

24 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La intervención rusa en Siria puede cambiar muchas cosas, pero una seguirá inalterable: no hay solución militar. Los motivos de Putin parecen claros: impedir que su aliado Al Asad acabe derrotado, con lo que Rusia perdería influencia en el período posterior; proteger su puerto militar en Tartús, frenar el avance del yihadismo y reivindicarse como potencia internacional, que nadie pueda volver a menospreciar.

Estados Unidos no cesa de repetir que esta decisión solo agravará el conflicto, pero no ha explicado por qué. Incapaz de encontrar una oposición moderada con fuerza diplomática o militar, Obama se muestra inoperante. Las consecuencias de esta guerra (refugiados, yihadismo, desestabilización regional, enfrentamiento suní-chií...) son ya tan incómodas que, por primera vez, se trata de un conflicto que nadie sabe cómo terminar. Nunca se atreverán a confesarlo, pero los aliados occidentales no reaccionan contra la intervención rusa porque les está haciendo el trabajo sucio.

Será difícil que Putin deje pasar la oportunidad de acabar con la guerra. De lograrlo, habría salvado el patrimonio histórico de Siria e Irak -que ha conquistado el corazón del mundo-, detenido el flujo de emigrantes a Europa y dado un gran paso para estrangular al Estado Islámico y a Al Qaida, que solo pueden sobrevivir en un escenario bélico. En definitiva, acabaría con los problemas que acucian a la comunidad internacional y daría un varapalo a la política occidental en Oriente Medio, que ha sido inútil y contraproducente, como demuestran Siria, Afganistán, Irak, Libia y Palestina. ¿Pero cómo lograrlo?

Desde luego, una larga campaña de bombardeos, con las inevitables bajas civiles, solo serviría para ensuciar más su imagen, comprometida tras su actuación en Ucrania. Además, por más decidido que sea el contraataque, el ejército sirio no tiene la capacidad de reconquistar todo el territorio, ni siquiera con los cientos de soldados enviados por Irán en las últimas semanas. Al Asad y Putin necesitan una actuación decisiva que pueda desembocar en una negociación de paz. Alepo, la última gran ciudad en disputa, parece el objetivo razonable. Se encuentra a una distancia asequible desde Damasco y Latakia, y el Gobierno no ha perdido el control de algunos barrios. Tampoco Alepo caerá militarmente, pero puede ser asediada. Tras la caída de Homs el año pasado, Alepo es el último símbolo de resistencia que le queda a la oposición. Si la pierde, la revolución habrá fracasado y estaría en una posición muy frágil en la mesa de negociaciones. Ante esa tesitura, tal vez tenga que aceptar que Al Asad forme parte temporalmente del futuro político de Siria, lo que hasta ahora era una línea roja. Los aliados occidentales ya se han mostrado favorables a ello y la oposición no puede sobrevivir sola. Por su parte, Putin proclama que mantiene abierta la vía diplomática, como complemento a la militar. Si en esa mesa se encuentran los aliados moderados de Occidente -Rusia ya los ha invitado antes- y Al Asad solo permanece temporalmente en el poder, Estados Unidos les dejará hacer, porque, al final, podrá proclamar que el desenlace mantiene el espíritu integrador y de renovación política que ellos deseaban desde el principio.

La aproximación militar a Alepo ha empezado. Uno de los primeros objetivos de la coalición ruso-siria ha sido asegurar la autopista que la une con Damasco. Desde hace días se bombardean los pueblos de alrededor. Si la actuación rusa deviene en la firma de una paz negociada, será un éxito mayúsculo de Putin. Ahora pende sobre Alepo el riesgo de convertirse en la batalla decisiva de esta guerra, que ha demostrado una crueldad infinita. Cuatro años de combates han devastado la ciudad, pero lo peor puede estar por llegar. Cada facción podría hacer allí un alarde de fuerza, para respaldar sus exigencias durante las negociaciones. Para desgracia de sus habitantes, se convertiría en el perfecto ejemplo de lo que ha ocurrido en el país: un espantoso desastre en el que la población siria ha pagado las ambiciones políticas de todos.