Viejos verdes

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

03 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Escribía Covarrubias en 1611 que «a los que siendo viejos tienen verdor de mozos, decimos ser como los puerros, que tienen la cabeza blanca y lo demás verde». En otro lugar de su Tesoro de la lengua castellana explica que verde es el color de la hierba y de las plantas cuando están en su vigor y añade que estar uno verde significa «no dejar la lozanía de mozo habiendo entrado en edad».

Hoy se sigue relacionando verde con los primeros años de la vida y de la juventud, los verdes años, pero tendemos más a aplicar el adjetivo a quienes conservan inclinaciones galantes impropias de su edad o de su estado. Es paradigmático el viejo verde, pero no es un caso único: «Las tres Gracias [...] eran las tres viudas verdes: en una palabra, la Montálvez y sus dos amigas Leticia y Sagrario. De cada una de ellas se contaban anécdotas que ardían; caprichos lividinosos [sic] que traían su filiación de la Roma corrompida de los Césares» (José María de Pereda, La Montálvez, 1888).

Los viejos verdes no son un fenómeno de ahora impulsado por píldoras azules. Ya Quevedo escribió sobre ellos: «Viejo verde, viejo verde, / más negro vas que la tinta, / pues a poder de borrones / la barba llevas escrita». El Diccionario de autoridades (1739) decía que viejo verde es «el que mantiene, ù executa algunas modales, y acciones de joven improprias de su edad». En otro momento precisa que es «El viejo que tiene las acciones y modales de mozo: especialmente en materias alegres». Quizá porque el viejo verde emulaba al joven sobre todo en asuntos alegres, verde pasó a emplearse desde el siglo XIX con el significado de ?obsceno?. Decía el Diccionario en 1852 que con ese sentido se aplicaba sobre todo a cuentos, escritos y poesías. Hasta entonces se les ponía el adjetivo colorado. Palabras coloradas eran «las deshonestas y impuras, que se mezclan en la conversación por via de chanza» (Autoridades). Colorado sigue aplicándose en la actualidad a los chistes impúdicos en algunos países americanos, como Perú. Esas gracias son hoy en España chistes verdes o subidos de tono.

Pues los viejos verdes siguen formando parte de nuestro panorama cotidiano. Mojinos Escozíos les ha dedicado una canción, El hombre que era viejo y verde a la vez, una de cuyas estrofas puede reproducirse sin demasiado rubor: «Tó las mañanas voy al hogá del pensionista, / y paso por la puerta (de) el istituto pa alegrarme la vista. / ¡Cómo me gustan las chavalitas con esas fardas tan cortitas! / ¡Cómo me gustan los bollicaos, con esos pantalones tan apretaos!».