Alemania: ¿Das auto? ¿Die glaubwürdigkeit?

OPINIÓN

30 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 125 años, Gran Bretaña, cuna de la revolución industrial y dominadora entonces de los productos manufacturados, exigió a los alemanes que sus artículos de exportación hacia el Reino Unido llevaran la etiqueta Made in Germany (hecho en Alemania) como medida de precaución para sus consumidores y de protección para su industria. Un siglo después el Made in Germany se había convertido en emblema de distinción. Hasta hoy.

Hasta que se ha descubierto que el grupo Volkswagen, primer fabricante mundial de automóviles y símbolo de calidad, símbolo de la industria alemana y símbolo de la seriedad y buen hacer teutón, ha estafado, defraudado y mentido arteramente, intencionadamente a las autoridades de infinidad de países y a millones de consumidores, vendiendo 11 millones de coches trucados con un dispositivo electrónico que ocultaba hasta 40 veces menos la verdadera emisión de gases contaminantes de su motor diésel EA 189.

Además de los multimillonarios costes económicos que le acarreará a Volkswagen el depurado timo, ¿cuánto supone el lucro cesante y el golpe a la credibilidad de la industria alemana? El Made in Germany necesitará otros cien años y muchas pérdidas antes de que se recupere de este golpe. Volkswagen no podrá publicitarse ya con su eslogan Das auto (el automóvil), ni Alemania y sus dirigentes escribir Die glaubwürdigkeit (la credibilidad) cada vez que hablen, porque son demasiadas las veces que se han descubierto trampas de las empresas alemanas, de sus empresarios y de sus políticos, desde que en 1949 varios parlamentarios recibieron 20.000 marcos para inclinar la balanza a favor de que Bonn fuera la capital de la Alemania Federal, frente a Fráncfort, que no era la deseada por el canciller Konrad Adenauer.

En 1982, Friedrich Harl Flick, dueño del mayor imperio privado alemán, sobornó al SPD, CDU, CSU y FDP para obtener una exención fiscal en la venta de un paquete de acciones de Daimler Benz valorado en 2.000 millones. En el 2008 Siemens fue multada con 1.000 millones de dólares por cometer más de 400 sobornos en medio mundo. En España se hizo famosa la palabra que utilizó Guido Brunner, embajador de Alemania, para admitir las comisiones que pagó Siemens por un contrato del AVE a Sevilla: convoluto. ¿Se acuerdan del juego que dio la palabreja?

En el 2009 le tocó el turno a MAN por comprar voluntades en Europa, África y Asia, que después desgravaba legalmente en impuestos en Alemania. En mayo del 2015 se sancionó al Commerzbank con 1.450 millones de dólares por ejecutar operaciones comerciales con Irán y Sudán, dos países sometidos a embargo internacional. Un mes después, el Deutsche Bank afrontó 2.000 millones de dólares por manipular durante años, con dos bancos ingleses y dos norteamericanos, el líbor, el euríbor y el tíbor, los tipos de interés que se aplican en Europa a los préstamos bancarios.

Matthias Müller, nuevo presidente de Volkswagen, ha dicho que «la manipulación de los motores ha supuesto un desastre moral y político» para la marca. También para Alemania y para la UE, que sufrirá el batacazo de su locomotora. Quizás de rebote conlleve el fin de los contaminantes y manipulados motores diésel para los turismos y el paso rápido a los más limpios híbridos eléctricos recargables y de gasolina, y a los limpísimos eléctricos puros o de hidrógeno.