Sanidad pública/privada

Fernando Diz-Lois Médico TRIBUNA

OPINIÓN

12 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde la implantación de la Seguridad Social, hace más de 70 años, la asistencia sanitaria pública no ha dejado de ser no ya un bien necesario, sino el mecanismo de mejora progresiva de la salud de la población. En gran parte gracias a ella, sobre todo en sus aspectos preventivo, de atención primaria y atención urgente, la expectativa de vida ha aumentado y los cuidados de procesos crónicos y degenerativos han mejorado la calidad de vida de los pacientes y aliviado su sufrimiento de forma muy importante. A todo esto se ha acostumbrado la población, que, lógicamente, cada vez exige más. En estos tiempos nadie cuestiona la necesidad de una sanidad pública, solo se puede dialogar acerca de cómo alcanzar el objetivo de una asistencia de calidad con los medios de que se dispone.

El hospital aglutina equipos de especialistas para que puedan cumplir con su cometido, imposible de alcanzar de forma aislada. La razón de ser del hospital es la agrupación coordinada de equipos clínicos necesarios para tratamientos especializados, compuestos por médicos, enfermeras, celadores y administrativos. Los servicios auxiliares, como limpieza, lavandería, cátering, mantenimiento, han sido externalizados en diferente medida en España, a través de concursos públicos. Algunos, como la limpieza, desde el inicio del funcionamiento de los hospitales públicos. Esto ha ocurrido independientemente de distintos Gobiernos. El pago del alquiler de un edificio es un paso más en esa externalización, que, como aquellas, puede ser económicamente más rentable, y esto es importante si se quiere que el sistema no pierda calidad, ya que los recursos son limitados.

La cooperación de lo público y lo privado dentro de los sistemas sanitarios siempre ha existido en los países occidentales. Los conciertos con hospitales privados o seguros libres de determinadas pruebas o tratamiento de patologías relativamente frecuentes contribuyen a aliviar al hospital de una excesiva carga asistencial a favor de una actividad más especializada e innovadora. Además, es un mecanismo compensador de la limitación en la elección de médico por parte del enfermo y de la lista de espera que necesariamente se derivan de la asistencia universal y gratuita.

Si el fin único con el que se dialoga entre partes implicadas no es el conseguir una asistencia adecuada y sostenible, siempre habrá posiciones encontradas. En el World Health Report del año 2000 se recomiendan, para realizar estudios comparativos de sistemas sanitarios, unos índices como son accesibilidad al sistema, calidad, resultados, control y transparencia del gasto, equidad y eficiencia. La carga ideológica con que fue juzgado este documento se muestra en el debate que suscitó. Un periodista especializado lo calificó, en The Wall Street Journal, como «cuidados de salud a la Karl Marx», mientras que Vicente Navarro, en el Lancet, lo describió como «un altavoz de los círculos políticos y financieros de EE.?UU.».