Es significativo que palabras como misericordia y compasión hayan dejado de estar de moda. A oídos de muchos suenan a sentimentalismo, se antojan caducas. Esto es una catástrofe. Porque el grito en demanda de compasión y misericordia no está en modo alguno ahogado en la actualidad: no hace falta más que abrir el periódico cada mañana para darse cuenta..
La compasión no puede ser entendida como una acción caritativa simple y aislada, es necesario escuchar cómo resuena en ella el sustantivo pasión y percibir de esta manera la reacción apasionada ante las grandes y graves injusticias existentes en nuestro mundo. Es un modo de afrontar la vida. Por su parte, la misericordia significa tener el corazón (cors) con los pobres (miseri) y denota la actitud de quien trasciende el egoísmo y el egocentrismo. Ambas están en el corazón de todas las tradiciones religiosas, éticas y espirituales de la Humanidad.
Siempre me ha impresionado la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro (Lucas 16, 19-31), por la carga de responsabilidad, exigencia y trascendencia que comporta. Por esa razón, no me gustaría estar en la piel de quien, en solo un año, ha ganado 735 millones de euros. En nuestro mundo, tan polarizado, hay una necesidad urgente de transformar la compasión y la misericordia en una fuerza potente, luminosa y dinámica. A ello nos invita la celebración este domingo de las fiestas en honor a San Roque.