Empieza agosto. El mes de vacaciones por excelencia. Millones de españoles, los privilegiados que tienen trabajo, se irán de vacaciones, y otros tantos tendrán que esperar a que las promesas de Rajoy dejen de ser humo y encuentren un empleo digno que les permita disfrutar de unas semanas de asueto con sus familias. Tampoco es tanto pedir. Mientras una parte del país se tuesta al sol en las playas de nuestras costas, otra parte muy considerable, tanto como muchos millones de españoles, se acordarán de lo poco riguroso que es nuestro presidente del Gobierno a la hora de hacer cumplir la Constitución. Para frenar las intenciones secesionistas catalanas apela constantemente a nuestra Carta Magna, el tan manido artículo 155, hecho que me parece más que correcto, pero para nada invoca, entre otros muchos, los incumplimientos de los artículos 14 (igualdad de los españoles ante la ley), 35 (derecho al trabajo de todos los españoles) y 47 (derecho a una vivienda digna de sus compatriotas). Rajoy ya tiene lectura estival. Repasar los 169 preceptos de nuestra Constitución, disposiciones adicionales, transitorias, derogatoria y final incluidas. Camilleri y Mankell pueden esperar al próximo verano, ya que todo indica que para entonces dispondrá de todo el tiempo del mundo.