Vuelven los patriotismos

OPINIÓN

13 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El pluralismo es un valor difícil de gestionar. Como también lo es la tensión dialéctica entre equivalencia (la Regla de Oro) y sobreabundancia (donación, gratuidad). Mucho nos jugamos en enfocarlos bien o mal.

Pensábamos que se había ahuyentado la amenaza de una recaída de la Unión Europea en los juegos de poder -sobradamente conocidos- de los Gobiernos nacionales. Pero con la actual crisis griega estamos comprobando que eso no era verdad. Viendo el miércoles en directo el debate del Parlamento Europeo, por momentos se me encogía el corazón. Lo mismo cabe decir al observar cómo se analizan y debaten ciertos asuntos de política nacional, que no enumero para no enfadar a nadie.

El emotivismo, ya me lo han leído más veces, no es un buen compañero de viaje. Decía genialmente Leonardo da Vinci que donde se grita no hay buen conocimiento. Una misma palabra pronunciada por unos o por otros significa cosas distintas, porque va, por decirlo de alguna manera, transida de emociones e intereses antagónicos. Esto es lo grave, lo gravísimo. El sentimiento desmedido de orgullo nacional no es una virtud, al contrario; y es tan peligroso, al menos, como el racismo. Debemos hacer memoria del siglo XX. Hace falta promover con urgencia una cultura de la inclusión, recuperar los anhelos y el compromiso activo por una Europa y una humanidad en paz. Este no es solo un imperativo ético, sino de supervivencia. Tiempo al tiempo.