¿Elecciones generales en septiembre?

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

28 jun 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes de empezar ya hay que relativizar: tratándose de Mariano Rajoy, todo es posible, una cosa y la contraria, como ha demostrado en la no-crisis de Gobierno en la que hemos vivido las últimas semanas. Por lo tanto, lo que aquí se argumente tiene que entenderse como un ejercicio teórico y en ningún caso un intento de anticiparse a lo que el presidente pueda decidir en las próximas semanas.

La estrategia del PP para las próximas elecciones generales va a pivotar sobre dos ideas fuerza: la recuperación de la economía y el presunto caos de los gobiernos de izquierda en las comunidades autónomas y los ayuntamientos. Y, en los dos casos, el mejor escenario para ellos es hacer las elecciones en septiembre.

En primer lugar, porque la economía española es muy estacional debido a su especialización en ramas de actividad muy dependientes de la época del año. El turismo, el comercio, la hostelería, la construcción o la agricultura son sectores muy relevantes en nuestra estructura productiva y todas ellas alcanzan su máximo nivel de actividad en el verano.

El Banco de España acaba de decir que después de la época estival entraremos en una fase de ralentización del crecimiento, que puede ser más intensa si se confirma la desaparición de los efectos positivos de la caída de los precios del petróleo y de la paridad euro-dólar.

El ciclo del empleo también es estacional en nuestro país: el paro registrado desciende desde abril hasta octubre, cuando vuelve a crecer hasta que llega otra vez el ciclo de la primavera/verano. Los mejores datos sobre el crecimiento del PIB serán los del segundo trimestre, que el INE hará públicos el 27 de agosto. Y los mejores datos de afiliación a la Seguridad Social y desempleo serán los del mes de agosto, que conoceremos el 2 de septiembre.

En segundo lugar, es probable que el discurso del miedo ante los gobiernos de izquierda, especialmente contra los protagonizados por las fuerzas emergentes, tenga mayor eco sobre el electorado conservador ahora que dentro de unos meses. El anuncio del caos inminente en la gobernación de ayuntamientos y comunidades irá perdiendo credibilidad a medida que pasen los meses y se compruebe que no han caído sobre nosotros las siete plagas bíblicas.

Y hay un factor más que empuja en la misma dirección. Si las elecciones catalanas se convocan definitivamente el 27 de septiembre, es más que probable que el PP sea la última de las ocho fuerzas representadas en el Parlamento catalán, una posición de extrema irrelevancia que lo sitúa de hecho próximo a ser extraparlamentario en la segunda comunidad con más habitantes del Estado.

Después de la derrota en Andalucía, primero, y en las municipales y autonómicas después, acumular un tercer varapalo en Cataluña colocaría al PP en una posición muy débil ante las urnas. Lo lógico sería que el PP reaccionara. Pero no podemos olvidarnos de la personalidad del presidente, porque tendría que tomar una decisión y hacerlo de forma inmediata, y eso, ya se sabe, es algo que va contra la naturaleza de Rajoy.