Se acaba de celebrar la semana pasada, en Sharm el Sheij, cerca del mar Rojo, una multitudinaria cumbre económica con cerca de 2.000 asistentes, todas las monarquías petrolíferas y altos representantes, como el secretario de Estado, Kerry, y la directora del FMI, Lagarde. Egipto, desde los tiempos de Naser, siempre fue una nación líder, por eso en El Cairo se sitúa la sede de la Liga Árabe. Posteriormente, el presidente Sadat fue asesinado y Egipto perdió el liderazgo. Ahora, el presidente Al Sisi tiene la intención de volver a convertir a Egipto en una nación líder y ofrece numerosas oportunidades de negocio. Para empezar, ha conseguido el apoyo económico, que calculaba en 15.000 millones de dólares, de los cuales 7.000 serán para construir la nueva capital, que espera que funcione dentro de tres años. El canal de Suez va a ser ampliado, y en su entorno se abrirán numerosas zonas industriales y comerciales. Así pues, con la ayuda de la comunidad internacional se hace este gran movimiento estratégico, como impulsor de la recuperación económica y de seguridad en esa atormentada región. Egipto se ofrece para ser la nación árabe del norte de África que ponga en su sitio al yihadismo.