Entramos en tiempo futuro imperfecto

OPINIÓN

23 mar 2015 . Actualizado a las 21:26 h.

Es una lástima que la primera consulta de este año haya sido la más predecible. Porque, aunque es evidente que el cambio de la estructura de partidos ya queda anunciado, es difícil que estas elecciones sirvan para extrapolar el porvenir de los grandes partidos y la posible aparición de fórmulas de gobierno realmente alternativas. Así que, para resumir las proyecciones de ayer al resto de España, hay que echar mano otra vez del gran Andreotti: «Puede pasar todo y lo contrario de todo».

El resultado de las elecciones, que difiere mucho del Parlamento anterior, ha cumplido con el pronóstico de las encuestas. El PSOE, cuyo voto retrocede 4 puntos porcentuales (del 39, 5 % al 35,5), mantiene sin embargo los mismos escaños (47), a costa del castigo que impone la regla D?Hont a los más pequeños. Y eso es un éxito personal de Susana Díaz. El PP, que sufre un retroceso de 14 puntos y baja de 50 a 33 escaños, es el gran derrotado, aunque, teniendo en cuenta que la señora Díaz planteó este partido como una lucha entre una Andalucía mártir y un Gobierno maltratador, no parece que Rajoy se haya desfondado hasta el nivel que le auguraban.

A Podemos, que irrumpe con un 15 % de los votos y 15 diputados, lo que en términos estratégicos es un milagro, no le ha ido tan bien como necesitaban para mantener su discurso tan querido del derrumbe del sistema, porque ni el PSOE los necesita para gobernar, ni han funcionado como el caballo de Atila de la transición, y eso, con las ínfulas que traían, no les va a facilitar su traslado al resto de los electorados. El exitazo es de Ciudadanos, que con el 10 % de los votos y 9 escaños constituye una alternativa de coalición suficiente para el PSOE, elimina y humilla a UPyD, se queda con muchas expectativas para otras elecciones, y puede definir a la derecha, por primera vez desde hace 25 años, como una opción bipartita. Y la debacle es para IULV-CA, y no solo por perder 5 puntos de votación y diputados (de 12 a 5), sino porque esto le ocurre en su feudo, después de gobernar y cuando su alternativa crece.

Lo que ya podemos tener por cierto es que la etapa del bipartidismo imperfecto, en expresión de Duverger, ha quedado superada; que las coaliciones naturales de Gobierno -aquellas que se hacían por cualquiera de los dos grandes partidos con un socio poco más que testimonial- han pasado a la historia; que se abren posibles coaliciones tripartitas o multipartitas de difícil conjugación ideológica y estratégica; y que Podemos ya es la referencia explicativa del nuevo modelo, más difícil de controlar y gestionar, y con más riesgos de inestabilidad política y parlamentaria de los que hemos tenido en todas las legislaturas posteriores a la transición. Es decir, hemos entrado en el futuro. Que para mi gusto y entender es, con toda evidencia, un futuro imperfecto.