Un poco de paciencia, señor Iglesias

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

03 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los indicadores de la degradación absoluta de la política a la que se ha llegado en España lo encontramos en el hecho de que el dirigente de un partido sin representación alguna en un Parlamento español se proclame el líder de la oposición y niegue legitimidad, sin que ocurra nada, a los partidos elegidos en las urnas hace poco más de tres años por más de 24,5 millones de españoles. Al contrario, hay medios y analistas que hasta jalean el despropósito. Nadie duda de que Pablo Iglesias está llamado a ser un actor principal de la política española, pero convendría tener un poco de paciencia y de respeto a la democracia. Puestos a admitir el dislate de que la legitimidad política procede de los expectativas, y no de los votos, uno se pregunta por qué no se declara el legítimo presidente del Gobierno, dado que algunos sondeos sitúan a su partido como el más votado, en lugar de conformarse con liderar la oposición.

La irresponsabilidad que encierran las proclamas de Pablo Iglesias resulta más incomprensible si se tiene en cuenta que dentro de muy poco, en la primera oportunidad de medir con votos y no con encuestas la fuerza de su partido en un Parlamento español, esas afirmaciones pueden ser negadas por la realidad. Los sondeos más optimistas para Podemos le otorgan en torno al 16,7 % de los votos y 17 escaños en las elecciones andaluzas del 22 de marzo. Esos estudios sitúan a Podemos como tercera fuerza, por detrás del PSOE, que le doblaría holgadamente en votos (34,6 %) y en escaños (48), y del PP, que le sacaría seis puntos de ventaja (22,7 %) y le doblaría en escaños (35).

Obtener el 16,7 % de los votos y situarse como tercera fuerza en Andalucía sería sin duda un resultado extraordinario para un partido que no existía hace apenas un año. Pero algo precario para arrogarse el liderazgo nacional de la oposición, dar por muerto al PSOE o reclamar un cara a cara con el presidente del Gobierno. Conviene recordar que Andalucía no es una comunidad más, sino la más poblada de España, con ocho millones y medio de habitantes, y la que más escaños aporta al Congreso, con 60 diputados, un 17 % del total. Aún augurando un resultado catastrófico para el PP y un retroceso para el PSOE, las encuestas otorgan en Andalucía a los dos partidos un porcentaje superior al 57 %, dato que matiza bastante la hipótesis de que están usurpando un liderazgo que corresponde a Podemos.

Pero todo esto, una vez más, son solo sondeos. La verdadera encuesta, y la legitimidad, está en las urnas. Si Podemos gana las andaluzas o supera al PP como segunda fuerza, tendrá razones democráticas para empezar a declararse como máximo protagonista de la política española. Pero, en caso contrario, ¿insistirá Iglesias en que lo que cuentan no son los votos, sino las expectativas? Es posible que Alexis Tsipras no tenga ya en los sondeos el respaldo popular que cosechó hace poco más de un mes. Pero a ningún demócrata se le ocurriría decir que no es el presidente legítimo de los griegos.