Maduro frente al espejo de Sadam

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

03 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Maduro nació tres décadas después que Sadam Huseín y se crio en la cristiana y alegre Venezuela frente al Irak pobre y musulmán del segundo. No parece que hubiera sufrido los malos tratos infantiles que tuvo que soportar Sadam, pero ambos comparten un origen familiar humilde, una educación limitada, un temprano activismo político en un entorno de injusticias sociales y corruptelas políticas, en un país con grandes recursos petrolíferos cuyos beneficios no eran repartidos entre la población.

El paralelismo sigue cuando se tuercen los hilos de la trama. Sadam Huseín apoyó el golpe de Estado de su tío, el coronel Hasán al Baker de 1968, que le llevó a ser segundo al mando hasta que en 1979 accedió a la presidencia. Maduro inició su relación con Chávez tras visitarle durante su encarcelamiento en 1993, y a partir de 1999 comenzaría a ocupar cargos hasta sucederle en abril del 2013.

Y es desde ese momento cuando el comportamiento de uno y otro van aproximándose. En su afán por mantener el poder, Sadam Huseín no dudó en asesinar a todos sus posibles competidores. Maduro se ha limitado a emitir leyes restrictivas y a arrestar a algunos opositores, en un fútil intento de mantenerse en una presidencia a la que, como aquel, no ha accedido por medios democráticos.

Pero su incapacidad para frenar la lenta agonía económica de los venezolanos acabará pasándole una factura que no podrá pagar, sea en forma de golpe de Estado o guerra civil, a no ser que sea más listo que Sadam -cosa que está por demostrar- y convoque unas verdaderas elecciones democráticas.