Hay todavía mucha tela que cortar en el camino hacia las municipales. Que se lo digan a Tomás Gómez y a Pedro Sánchez. Pero en Galicia tampoco está todo dicho. Algunas aguas están revueltas por las mareas. Tampoco están claros los posibles pactos en un momento en el que no parece que las urnas estén dispuestas a parir mayorías aplastantes. A algunos incluso han intentado insuflarles ardor guerrero preguntándoles si son gacelas o leones. Quizás en Galicia sería más propio cuestionarse: «¿Somos homes ou somos corzos?».
El «cuñadismo» es otra cosa
Vueltas y vueltas se la ha dado a lo del cuñadismo en los últimos tiempos. El término es un cajón de sastre en el que cabe casi todo. El intervencionismo rancio de sobremesa, la adicción al «ya te lo decía yo», el abuso de la lección magistral gratuita... Pura anécdota. En el Concello de Vigo sí que hay cuñadismo del bueno.
Ante la boñiga no tiembla el pulso
Inflexibles ante la boñiga. El PPdeG no quiso que hubiera injerencias parlamentarias en el tema del ganadero multado por el Concello de Santiago por las defecaciones de sus vacas. Implacables. Es una pena que esa firmeza y escrúpulo no se exhiban también ante otro tipo de excrementos más evidentes.