Horarios y mujeres

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

13 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Es uno de los problemas eternos en este país: los horarios. Seguimos con unos horarios que hacen imposible la conciliación. Hasta Letizia y Felipe VI han lucido esa pulsera cuyas siglas piden que se racionalice de una vez la vida laboral y la personal en España. Y el lío, por supuesto, lo sufren mucho más ellas que ellos. Lo resumió muy bien Sonsoles Ónega en una entrevista en el suplemento YES de La Voz con motivo de publicar su libro Nosotros que lo quisimos todo. «Yo un día me paré y descubrí que hacía lo mismo que mi madre y, además, las jornadas laborales de mi padre. Algo ha fallado, te dices. En esto consiste el timo de la mujer trabajadora», detalla la periodista y autora del libro que recrea la vida de una mujer al límite de sus capacidades. Ónega explica cómo su protagonista en la novela, mitad ficción mitad realidad, sufre un colapso. Y ese colapso tiene nombre y está diagnosticado. Se llama TATT, por las siglas en inglés: tired all the time (cansado todo el tiempo). O habría que decir más bien cansada todo el tiempo. Hay mucho que cambiar: en las familias, en las gobiernos, en los trabajos. Sonsoles Ónega cita a una directiva de Facebook, nada menos, para reclamar unos horarios que no se eternicen: «Esta ejecutiva de Facebook, Sheryl Sanberg, está en su casa a las cinco y media de la tarde». Después de haber cumplido a tope con el trabajo. El rendimiento no se mide por horas. Se mide por intensidad. En Ikea, otra empresa a la que no le va mal, consideran que los ejecutivos que entran sin la luz del día y se marchan sin la luz del día fallan en algo. En España hay demasiada cultura presencial y poco presentismo, que viene de presente (resolver las cuestiones según las tienes delante). También lo llaman eficiencia.