El PP, entre la gloria y la humillación

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

24 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Ayer comenzó la convención del Partido Popular. No es una convención cualquiera. Es la que inaugura el año electoral. Es la que abre todas las campañas de los próximos once meses. Se comprenderá la importancia que la dirección del partido da a esta cumbre. Tanta, que se ha dado tribuna y voz a José María Aznar, cuando en las elecciones europeas fue tan marginado que solo acudió a echar una mano de amigo a Arias Cañete. No se trata solo, como dijo algún periódico madrileño, de seducir al electorado más conservador. Se trata de echar mano de todos los valores y lanzar una imagen de unidad. Y, en cuanto a la convención misma, se trata de aprovechar el viento a favor (precio del petróleo, medidas de Draghi, última EPA) para presentarse ante el país como partido de progreso o incluso como salvador de España.

Todo muy bien calculado, como si un profeta hubiera puesto la convención en el día adecuado para ensalzar la labor del Gobierno y emprender una senda victoriosa. Sin embargo, ese profeta no supo prever una cosa y se equivocó en otra. No supo prever que iba a tener a Bárcenas en la calle y dispuesto a cantar ante cualquier micrófono que se le pusiera por delante. Y se equivocó con el calendario de las elecciones griegas, que son como la otra cara de la bienaventuranza conservadora.

Por partes. Bárcenas, «ese señor por el que me pregunta», salió. Ya es mala cosa que lo hayan entretenido en la cárcel hasta que terminaron los telediarios del jueves. Pero además viene dispuesto a hablar. Utilizó la ironía para decir que había cumplido con el mandato de ser fuerte. Y ayer, la descarga: Rajoy conocía la caja B y recibía sobres que el anterior tesorero le llevaba incluso cuando era ministro. ¿Un ministro cobrando dinero negro? Sospecho que eso es imposible de probar, pero la acusación es una inmensa maldad y suficiente como para nublar el primer día del eufórico cónclave del PP. Un fallo imprevisto. De poco sirve que la convención ignore el nombre y la persona de Bárcenas, porque será su desagradable compañero en los medios informativos.

El fallo, en la previsión de Grecia. Si gana Syriza -y más después de que Rajoy respaldó a su compañero de presidencia, el conservador Andonis Samaras-, el beneficiado de imagen en España será Podemos. El lunes, los focos de la opinión publicada apuntarán a Pablo Iglesias y al beneficio que recibe de las urnas griegas. Y el partido que gobierna España quedará en segundo nivel, salvo que Rajoy saque algo de la chistera. Su único consuelo será que el PSOE ni siquiera aparecerá en plano. Igual que el Pasok en Grecia, por cierto. A lo mejor empieza a tener razón Pablo Iglesias cuando dice que el bipartidismo de hoy es Podemos y el PP.