El palo y la zanahoria

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

14 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Lejos de tranquilizarnos ver a nuestros líderes de ganchete por las calles de París, nos ha puesto más nerviosos. Por un lado, observar compartiendo protesta a convencidos demócratas responsables de países como Israel, Turquía, Egipto o Arabia, entre otros. Faltaban China y Venezuela. Y por otro, porque no nos han dicho lo que piensan hacer para combatir esta locura y lo tienen tan poco claro que desde entonces solo escuchamos contradicciones. Porque, al margen de las medidas que se adopten para luchar contra el terrorismo yihadista y entre las que podría estar la de recuperar el lustroso papel del chivato, bien estaría que aceptemos que nada de lo hecho hasta ahora ha servido para cerrar el conflicto. Ni los palos, el apoyo a líderes sumisos, venta de armas desde la trastienda, las invasiones de países petroleros, doble moral en las revoluciones populares, rechazo según como convenga de la violencia, o el expolio de las riquezas naturales; ni las zanahorias de llamadas a la cordura, apertura de fronteras e intentos de integración.

Hay que empezar de nuevo a combatir ese odio hacia todo lo que significa Occidente. Con el agravante de que estamos ante un ejército de descerebrados que creen que el terror es la única solución. La locura parisina nos demuestra que el peligro sigue ahí porque fracasamos en nuestro modelo de convivencia; que el método del palo y la zanahoria solo conduce a más radicalismo, más horror y más muerte. Y que no quedan muchas más opciones, por lo que esta vez hay que acertar. Usted y yo lo sabemos. Lo que dudo es que lo sepan los que se pasearon de ganchete y en plácida armonía por la plaza de la República parisina.