El fútbol, zafiedad y delirio

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

24 nov 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Conozco los inconvenientes, manipulaciones e hipérboles del fútbol (y hoy, lunes, viene a cuento). Conozco argumentos, todos ellos ciertos, que presentan los enemigos de este deporte. Ninguno de ellos es objetable. Los sueldos de los protagonistas, dinero, dinero, la vulgaridad, las gradas de grito irracional. Punto. Ese es el adjetivo: irracional. El fútbol, como todas las grandes pasiones, debe atribuirse ese calificativo. No hay razón para amarlo más que amarlo. No tiene explicación, aunque yo pueda proponer alguna. Resultan ininteligibles para cualquier aguda inteligencia las revoluciones tácticas, las concreciones técnicas, los avatares que esconden y esgrimen los profesionales. Es un oficio que se aprende y, como otros oficios físicos, depende de la entrega, la propia condición anatómica (?) y el talento. No lo nieguen. Yo lo he visto planear sobre la hierba. Tuve la suerte, con mis cincuenta y uno a cuestas, de gozar a tres genios que han hecho de lo vulgar, arte; de lo somático, sustancia e ingenio; de lo caótico, armonía. Existe en el fútbol. Lo he visto y sentido. Pero no, no niego a los contrarios de esta pasión, solamente los escucho. Y sigo. Porque en el fútbol conviven la zafiedad pura y la maestría. Por lo tanto, propongo que los futbolistas no declaren (bueno, sí, bueno, ya, sí, bueno), que jueguen. Que se eliminen los violentos. Y que Cruyff, Maradona y Messi existan. Amén.