Toda la sociedad, no solo el rey, está desnuda

OPINIÓN

27 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El jueves nos sorprendió Frank Gehry al reconocer, como sospechábamos, que el 98 % de los edificios que se hacen en el mundo son «pura mierda». Hace un mes también nos había sorprendido el fiscal jefe del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia al denunciar la forma de instruir de los jueces: «Si se actúa sin criterios de priorización, la consecuencia será una investigación dilatada en el tiempo, un macroproceso ingobernable, un dispendio de esfuerzos y de recursos para obtener resultados insatisfactorios». En el año 2004 el celebérrimo politólogo Giovanni Sartori se había atrevido con la ciencia política norteamericana y con su órgano científico hasta entonces intocable: «Es un gigante que sigue creciendo y tiene los pies de barro. Acudir, para creer, a las reuniones anuales de la Asociación Estadounidense de Ciencia Política (APSA) es una experiencia de un aburrimiento sin paliativos. O leer, para creer, el ilegible y/o masivamente irrelevante American Political Science Review».

Las agencias de calificación y las auditoras no funcionan. La OTAN, que nació para hacer guerras defensivas y justas, se dedica a destruir Estados y a sembrar el desorden y la miseria entre sus vecinos. Pujol, al que creíamos hombre de Estado, se dedicaba a los negocios. Los sindicalistas usan tarjetas black y pactan ERE indecentes. El AVE Ourense-Santiago no es AVE. El referendo independentista de Cataluña no es referendo. El otoño no es otoño, y los socialistas franceses van a hacerse liberales. Porque el mundo -todo el mundo- lleva mucho tiempo desnudo sin que nadie se atreva a decirlo. Y mucho me temo que el día que perdamos el miedo a decir lo que pensamos, una parte importante de la música, el arte, el cine, los museos, la gastronomía y la literatura, e incluso los hábitos posmodernos en los que estamos instalados, van a quedar reducidos a lo que yo denominaría pura trapallada, por no atreverme a decir «aburrido e irrelevante», como Sartori, o «pura mierda», como Gehry.

Por eso creo que ha llegado la hora de demoler los mitos apolillados de las últimas décadas, con plena conciencia de que no solo la política, sino casi todo, está resultando falso, insuficiente y peligroso. Lo que digo no es nuevo ni original, porque nadie duda ya de que esta crisis que padecemos es, más que nada, moral. Pero nunca como ahora se hizo visible este sustrato fofo de nuestra civilización. Y ya no hace falta ser filósofos, ni eminencias, ni sabios, ni líderes, ni héroes para darse cuenta de lo que pasa. Por eso les animo a convertir el mundo en un saco de boxeo para iniciar el camino de una regeneración efectiva. Pero no sigamos, por favor, en el craso error en el que estamos instalados. Porque si seguimos creyendo que solo la política está podrida, y empezamos a rezarle a falsos dioses, vendrá, inexorable, la gran hecatombe.