Buena medicina, mala gestión

OPINIÓN

10 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

La imagen lo es todo, y la que está dando la sanidad española estos días es penosa de puertas adentro y también en el exterior. Le Monde abría ayer una plana con el titular «Ébola: el fracaso del sistema de salud español preocupa a Europa». Enfoques similares se repiten en los medios de comunicación de todo el mundo, echando por tierra una reputación justamente ganada: ahí están el sistema nacional de trasplantes o una eficaz asistencia médica, universal y gratuita, de la que se han beneficiado miles de extranjeros.

Pero, como ocurre con el periodismo, lo último que publicas es lo único que cuenta, y en el caso de la crónica del ébola el borrón amenaza con manchar todas las páginas escritas anteriormente. No se trata de cómo se contagió Teresa Romero -algo que, cuando se está en contacto con una enfermedad infecciosa (aunque con menor tasa de transmisión que el sida o el sarampión), entra dentro de lo posible-, sino de cómo se ha gestionado todo.

La cadena de irregularidades -escasa preparación de los sanitarios destinados a lidiar con el peligroso virus, traslado en una ambulancia sin protección y que luego no fue desinfectada- e inacciones -llamadas de la paciente que fueron minusvaloradas, ausencia de un plan de cuarentena para los médicos y enfermeros que asistieron a los misioneros- causa asombro y lógica preocupación. La ministra está desaparecida y los partes oficiales sobre el estado de los ingresados se dan en el aparcamiento del hospital. La conclusión es clara: no sabemos o no estamos preparados para afrontar una crisis.