Del cólera al ébola, sin agitar el miedo

Xavier Lombardero TIRAR DO PAU

OPINIÓN

08 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Saben cuál es el principal obstáculo para el control del ébola? El miedo y la desconfianza, fundamentalmente en las autoridades sanitarias. En África han contenido más de 20 brotes de ébola, pero esta vez la Organización Mundial de la Salud no reaccionó a tiempo. Si los que tienen que hacer bien su trabajo no cumplen, o mienten, la infección de ébola gana. Y la actual no tiene precedentes en escala y tamaño.

El sistema sanitario falla en África ante la falta de medios, formación del personal sanitario y educación: se ocultan los enfermos, se saltan las cuarentenas y se entierra a los muertos sin medidas de prevención. La magnitud del problema es evidente y por eso, en el intento de frenar el ébola, van a convivir en Liberia y Sierra Leona miles de militares estadounidenses con cientos de médicos cubanos.

Aquí, después de las repatriaciones y frivolidades del tipo «esto es como la gripe A», ha ocurrido el contagio. Las eminencias médicas y los gestores ya no saben... Nada mejor que un patinazo para generar desconfianza. Así que ni teníamos el mejor sistema bancario del mundo, ni contamos con la mejor educación y tampoco vamos a presumir de la mejor sanidad, pero deberíamos evitar el miedo y contribuir a una respuesta al brote eficaz, lo que pasa por más precauciones y estudio de las interacciones sociales, pero sin los cordones sanitarios ni la militarización, como ocurre en África y sucedió aquí con el cólera, que llegó en el siglo XIX por el puerto de Vigo.

Al quinto brote de aquel cólera morbo (el que se cree que arribó vía Elche por una familia que mintió al viajar infectada desde el norte de África) aún era grande la alarma y coincidió con la construcción del puente internacional sobre el Miño. El nivel de confianza era mínimo y los soldados portugueses mataban a tiros a pescadores o a personas que trataban de ganar la otra orilla a nado. Y hubo una curiosa prevención en las obras de remate del puente: dividieron a los trabajadores en dos grupos, uno en la mitad portuguesa y con residencia obligatoria hacia Valença (donde también había un lazareto para la cuarentena de viajeros y la fumigación de mercancías y ganado español), y otro grupo trabajando en la mitad española, y con residencia obligada también en Galicia. En el medio del puente se colocaron centinelas para evitar la comunicación de ambos.

Semejante escenario sería inaceptable en la era de Internet pero hoy, como antaño, necesitamos sabios y no incompetentes o locos.