Del pujolismo a la revuelta

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

06 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Digno y honrado, tanto por el cargo que ostenta como por la ejemplaridad de su comportamiento ante la sociedad. Evidentemente, cualquier parecido entre el comportamiento de Pujol y la realidad, mera coincidencia.

Pero hay dos cuestiones muy interesantes para la historia de este país. ¿Cómo una sociedad tan civilizada como la catalana ha podido aguantar durante más de dos décadas a una saga familiar? Un clan bien organizado, que obró al más puro estilo de sagas descritas por la literatura, en las que un territorio se convierte en la finca de amores y desamores para un apellido que comienza como en Lo que el viento se llevó, en torno a una ambición.

¿Qué razones hubo para dejarles hacer a su antojo durante tanto tiempo? Y es que nadie en este país puede creer que la Agencia Tributaria y otros organismos «inteligentes» hayan descubierto los entresijos del pujolismo coincidiendo con la última Diada. O formaba parte de un pacto o, como dijo el furioso páter de la patria, se trata de un árbol con muchas ramas... En cualquier caso, el pujolismo que compareció ante los representantes del poder social catalán recordaba a Carlos I de Inglaterra ante el puritano Oliver Cromwell.

La saga del pujolismo, que en su soberbia infinita se revuelve contra los bancos por quebrar su silencio ante el Estado en materia de cuentas ocultas, procedentes de negocios con tufo a comisiones cobradas por la costumbre que termina por ser fuente de derecho, colocó al hombre de confianza en el sillón de la presidencia de la nación sin Estado propio, precisamente para aprovechar la crisis del Estado español y promover el proceso soberanista.

¿Acaso dudaba alguien de la ilegalidad del proceso? Todos saben cuál es el recorrido. Pero tenemos tres incógnitas. ¿En qué momento la retaguardia tomará el mando? ¿Hasta dónde agitarán al pueblo? ¿Cuales serán las consecuencias?.

Dicho en Román paladino, ¿se atreverán, con sus líderes a la cabeza, a enfrentarse con el Estado español en las calles? ¿Hasta dónde está dispuesto el Estado español -ejecutivo-legislativo-judicial- a permitir la revuelta?

Y digo revuelta, porque ya han anunciado que la decisión del Tribunal Constitucional «puede» promover la violencia. Lo han usado, como otro argumento más, en el recurso frente a la suspensión cautelar de la consulta del 9-N. Desobediencia que ya se ha producido en el Parlamento de Cataluña.