¿Reforma federal o confederal?

Albino Prada
Albino Prada EL DEBATE | CATALUÑA

OPINIÓN

05 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

S i el Tribunal Constitucional diese vía libre a la consulta sobre el derecho a decidir aprobada en Cataluña, este podría ser un resultado verosímil: que un tercio de los votantes respondiese negativamente a la primera pregunta (¿Quiere usted que Cataluña tenga un Estado propio?) y dos tercios lo hiciesen positivamente, mientras que a la segunda pregunta (¿Quiere usted que ese Estado sea independiente?) contestase afirmativamente un tercio de la población.

De manera que triunfaría la tercera vía: ni mantenerse como estamos ahora, ni la independencia. Habría que negociar una reforma de la Constitución en la que Cataluña fuese un Estado (ya no una simple nacionalidad como hasta ahora). El PSOE habla de una reforma federal (el PP le reclama los detalles, pero no parece oponerse) mientras que CiU se declara confederal. ¿Cuál sería la diferencia?

En la vertiente económica, la posición confederal tiene ya un precedente en el actual encaje del País Vasco en España. Por eso, ya en el 2012, desde el Parlamento catalán se reclamó un pacto fiscal que siguiese el modelo del concierto (vasco). En esta opción el Estado asociado (vasco o catalán) retiene todos los ingresos fiscales y apenas paga los gastos de comunidad (Ejército, policía y poco más). El resultado, como recogen con absoluta claridad la balanza fiscal vasca, es que desaparece todo efecto nivelador para el resto de España. Los más ricos ya no tendrían abultados saldos fiscales negativos.

La opción federal, en lo económico, asume que el Gobierno federal debe retener recursos suficientes (un 30% del PIB por ejemplo) no solo para los gastos de comunidad, sino también para políticas de nivelación que permitan a los territorios menos ricos completar su financiación, para así garantizar a sus ciudadanos unos servicios mínimos semejantes a los de los más ricos. En este esquema no es posible un encaje como el del País Vasco en la actualidad (que debería pasar a tener un saldo fiscal negativo) y Cataluña podría rebajar muy poco su actual contribución a la nivelación.

Un ejemplo de encaje confederal lo tenemos en la actual Unión Europea, pues cada Estado miembro apenas aporta un uno por ciento del PIB al presupuesto común, lo que provoca (aparte de otras graves carencias) muy escasos resultados de cohesión social efectiva. No es extraño que muchos reclamen su transformación en una Europa federal, en la que Parlamento y Comisión cuenten al menos con un veinte por ciento de la riqueza europea para, como sucede en los Estados Unidos o Alemania, garantizar a los ciudadanos de la Unión un bienestar social mínimo semejante.

En los cálculos que se manejan, la aplicación del pacto fiscal al modo del concierto (confederal) supondría para Cataluña diez mil millones más de financiación. Es obvio que los actuales ocho mil millones negativos de su balanza fiscal, que favorecen la nivelación con las regiones menos ricas, desaparecerían. Habríamos clonado, multiplicado por cuatro, el País Vasco. Imitaríamos lo peor del actual modelo europeo y no lo mejor del norteamericano (o alemán).

Tendríamos algo así con un Estado federal español con quince regiones o nacionalidades y una Confederación de ese Estado con el catalán y el vasco. Así planteado, lo primero lo compro; lo segundo no. Aunque nos pueden colocar lo mismo camuflado.

Albino Prada es profesor de Economía de la Universidade de Vigo.