Ir al médico parece cada día más difícil en la sanidad pública. No es solo que apenas se sustituya a uno de cada diez jubilados. Es que, además, las bajas por enfermedad de facultativos no se cubren siempre ni todo el tiempo ni con el mismo profesional. Así que el paciente que tenga que acudir varias veces durante el período de baja de su médico habitual puede encontrarse con que lo atiende cada vez una persona distinta. O que son los demás profesionales del centro de salud los que tienen que repartirse a los pacientes del compañero ausente.
Ahora, los médicos de atención primaria se quejan de que una nueva normativa sobre los procesos de incapacidad temporal añade burocracia innecesaria que recae sobre sus hombros y puede provocar que mucha gente no tenga acceso a una baja laboral, según afirma el Foro de Médicos de Atención Primaria. Reclama que «el colectivo que concede el 97 % de las bajas que se otorgan en España» sea tenido en cuenta en este proceso. Parece que adoptar medidas sin tener en cuenta a los profesionales que han de ejecutarlas se está convirtiendo en algo habitual en este Gobierno.
Que los médicos que constituyen la primera línea de la asistencia sanitaria denuncien «un círculo vicioso» de falta de vocaciones y desmotivación es especialmente preocupante por la incidencia directa que tiene en el resto de la población.
Y que «emigrar al extranjero» y la asistencia privada sean las principales alternativas para los médicos de familia recién titulados augura un oscuro futuro para los usuarios de la sanidad pública. Esa sanidad por la que el Gobierno dice siempre que apuesta, aunque sus hechos se resistan a confirmarlo.