Pedro y los avergonzados

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

21 sep 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Puede que a estas horas el equipo de comunicación de Pedro Sánchez ya haya averiguado si Jorge Javier Vázquez es la persona adecuada. Si funciona esa estrategia que cheira a novela de Barbara Cartland. Si el votante socialista que se dio el piro ve Sálvame y al intuir el susurro de Pedro al teléfono localizó en sus entrañas un motivo para volver a casa. Sánchez tiene dientes de showman y quizás fabula con la adhesión súbita de la audiencia del programa. Tal vez el espectador es tan caprichoso como el votante y conocerlo allana el sendero hacia el Consejo de Ministros. Puede. Pero lo que sí es seguro es que la llamada más analizada desde que Graham Bell telefoneó a su socio Thomas Watson en 1876 ha servido para demostrar que, además de marujas ociosas, la arena del Sálvame hechiza también a mucho impostor mediático que en el café añora a José Luis Balbín y en la intimidad del hogar milita secretamente en la hinchada de Rosa Benito.

Este es un país de aficiones vergonzantes que se ejercitan en privado y de las que se reniega en público. La gente declara que solo lee el ¡Hola! en la peluquería, a pesar de que la tirada de la revista indica que, de ser así, cada salón de belleza tendría que ser un almacén de caras de la Preysler. Y la leyenda sostiene que el porno codificado que se emitía en el mesozoico de la televisión privada tenía más espectadores que abonados el Plus. El zapeo es a menudo una gran coartada. Puede que Pedro Sánchez supiera todo esto. Pero está por ver si todos esos posibles votantes avergonzados de su vicio se lo van a perdonar.