¿Podríamos tener pleno empleo?

OPINIÓN

11 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Especialistas en la materia consideran que si los sindicatos españoles hubiesen sido en 1988 como los alemanes, cuando convocaron a Felipe González su segunda huelga general, España no tendría los gravísimos problemas de paro que aún tiene.

Su inmovilismo y la defensa a ultranza de los privilegios de los que tenían empleo fijo, los focos de corrupción en actividades concedidas a sindicatos y patronales, como fondos públicos de formación y ERE, y las 10 huelgas generales convocadas desde 1985 al 14 de noviembre del 2012, explican buena parte del problema, junto a la política de derechos adquiridos sin paso atrás y la redacción de leyes a medida en connivencia con el Legislativo.

Los sindicatos han ocupado el poder en muchas empresas públicas y en los cuatro niveles de la Administración. Para la mayoría de los gestores públicos su mayor quebradero de cabeza es la actitud del comité de empresa y de los sindicatos que le respaldan, que no solo habita en su espacio natural y necesario, sino que irrumpe en el de aquellos. Se ha visto en los conflictos de la sanidad y la educación, en las empresas de capital público o en los servicios municipales y autonómicos: puesto fijo, salarios más altos que la media y jornadas de trabajo más bajas. Un bombero y un policía municipal en Alemania ganan menos que un bombero o policía de la mayoría de nuestras comunidades autónomas o ayuntamientos, y trabajan más horas.

Otro pecado de CC.OO. y UGT, sindicatos mayoritarios que han jugado un papel clave en varias etapas de la transición, es que en Cataluña han recorrido caminos similares a los nacionalistas. Mientras que en el País Vasco LAB y ELA-STV han servido de frontera para que CC.OO. y UGT sigan siendo nacionales, en Cataluña, donde ERC y CiU no han creado sus afines laborales, han fagocitado a UGT y CC.OO. hasta hacerles secesionistas.

Las vigentes leyes laborales, la mejora económica y la nueva actitud de CC.OO. y UGT están permitiendo la creación neta de empleo y logrando lo que piden los parados: un puesto de trabajo, aunque sea precario y menos remunerado que el de antes de la crisis, pero al fin y al cabo un trabajo desde el que mejorar la autoestima, empezar a salir del hoyo y ver un futuro digno.