Un hombre discreto y un gran banquero

Ángel Ron

OPINIÓN

11 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Hablar de Emilio Botín en pasado es muy difícil para mí porque mi último recuerdo es el de una persona llena de energía, cuyo trabajo seguirá presente en España y en el sector financiero durante muchos años. En momentos de pesar como el actual, en los que me uno al dolor de su familia y al de los empleados del Banco Santander, quiero resaltar de él su faceta humana, su personalidad discreta, cercana, afable. Botín era un hombre de gran valía humana, que además ha contribuido de forma decisiva, a través de su trabajo y su tesón, al prestigio internacional de la banca española, y de España en su conjunto.

El mundo reconoce y siempre recordará su liderazgo como empresario y su aportación clave a la vida económica y financiera de nuestro país. Transformó su banco, local cuando tomó las riendas en una entidad financiera internacional competitiva en cualquier continente del mundo. Lo hizo gracias a su habilidad para anticiparse a los cambios en un negocio que él dominaba. Y lo hizo también gracias a su constante voluntad por construir una institución sólida y con visión de futuro.

Emilio, en pocas palabras, ha sido un profesional y una persona que en todo momento ha representado con valentía y distinción su origen, tanto de una comunidad como Cantabria como del conjunto de España. Hoy debemos destacar su actitud constructiva y recordarle como un hombre trabajador, optimista, impulsor de ideas y talento, de buen juicio y, por supuesto, discreto.

Emilio Botín, el presidente del Santander, fue un gran banquero, uno de los mejores de la historia. Sus colegas y competidores cercanos así lo hemos valorado siempre. Merece todo el reconocimiento y admiración de la comunidad financiera y empresarial, no solo de nuestro país. Sin duda, su legado es presente y futuro. Le echaremos de menos.