España consigue la cuadratura del círculo

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

16 mar 2015 . Actualizado a las 11:35 h.

En 1914, Henry Ford revolucionó el mundo de la empresa -e irritó a Wall Street- con una medida excepcional: duplicó el sueldo a los trabajadores de sus cadenas de montaje. El salario, hasta entonces establecido en 2,34 dólares, lo elevó a cinco dólares y, además, rebajó la jornada laboral a 40 horas semanales. «Prefiero pagar bien a mis obreros para que puedan comprar mis coches», argumentó el magnate. A Ford, que no era precisamente una hermanita de la caridad legó a contratar matones para amedrentar a los sindicalistas de sus fábricas-, la jugada le salió de perlas. Fijó la plantilla, multiplicó la productividad y se hinchó a vender utilitarios por medio planeta. Muchos de sus trabajadores lograron así acceder a uno de los vehículos que fabricaban. Bien sé que, en la actual economía de la globalización, el gesto de Ford le acarrearía la ruina. Tal vez los obreros utilizarían su duplicado poder adquisitivo para comprar un automóvil... de la competencia. Un Audi alemán o un Toyota japonés, pongamos por caso. Por eso, bajo la batuta de Berlín, Europa impuso durante estos años de crisis una política diametralmente opuesta a la de Henry Ford: la devaluación salarial. Cuanto menos cobren los trabajadores, más se reducirán los costes laborales de las empresas, más se abaratarán sus productos y más competitivo será el país. El Gobierno español abrazó con entusiasmo ese credo. Y presumió de cosecha. Las exportaciones aumentaban y la balanza exterior se equilibraba. Los sacrificios, traducidos en un lacerante récord de paro, explosión del índice de pobreza y recortes de los salarios, merecían la pena. Atravesamos una segunda recesión, la del 2012, que no constaba en el programa. Pero nada desalentaba a los propagandistas oficiales. Y ahora, al ver cómo se esfuman las supuestas ganancias de competitividad y el sector exterior vuelve a ser rémora, exhiben el repunte del consumo como abanderado de la recuperación. Fíjense en el estrambótico mensaje que nos transmiten: gracias a las reformas aplicadas, la demanda interna se ha puesto a tirar del carro. Achicamos las rentas para lograr que medren el consumo y la inversión. He ahí la piedra filosofal. España ha conseguido la cuadratura del círculo. La fórmula del milagro puede rastrearse en la contabilidad nacional. Allí se observa cómo los españoles decidieron, en el segundo trimestre de este año, tirar la casa por la ventana. Su renta disponible era inferior a la de años anteriores pero, así y todo, decidieron gastar más -un 1,9 % más- y ahorrar menos -un 7,2 % menos- que en igual trimestre del año precedente. Una mayor propensión al consumo con pies de barro y los días contados si los salarios siguen cayendo. Lo recuerda la OCDE, un club de ricos nada sospechoso de veleidades fordistas: las rebajas salariales «tienen un efecto depresivo sobre la demanda».